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"Si te pego es porque te quiero"

Relato de la vida de una víctima de la violencia doméstica en una casa refugio

Desde hace siete meses, Julia vive con su hija de tres años en un lugar secreto: el centro para víctimas de malos tratos de la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas. Tiene una habitación para ella y su hija, y comparte sus comidas con otras 23 mujeres y 45 niños. Todos se esconden de sus agresores. No recibe llamadas y tiene prohibido mantener contacto alguno con su atacante o sus familiares. De hecho, ni sus propios padres ni sus dos hermanas saben dónde duerme Julia todas las noches. Pero ella se muestra segura del paso que dio: "Lo más difícil es salir de la situación de mal trato. Es un círculo vicioso. Ese hombre no era la persona con la que yo creía haberme casado".Julia tiene 29 años, trabajaba en una empresa y estuvo casada sólo un año. Sufrió malos tratos durante tres. Aunque se fue a casa de sus padres, su ex marido la veía porque un juez le había autorizado a visitar semanalmente a su hija.

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Julia, a través de su abogado, pidió que estas visitas fueran en presencia de una asistente social. No lo consiguió. "Yo no quería ver más a ese señor. Sin embargo, la justicia me obligaba". Julia está indignada; tanto, que no puede dejar de recordar cómo denunció 16 veces a su ex marido por malos tratos, aunque los jueces sólo le impusieron tres multas. "Tengo mucha rabia. Me siento impotente. Sólo estoy segura aquí dentro. Camino con miedo por la calle".

Habla pausadamente, pero de vez en cuando sube el tono de su voz. Fuera de la habitación, una decena de niños corre y grita en un patio interior; otros tantos meriendan: son las cinco de la tarde, y respetar los horarios de comidas es una de las obligaciones de este centro gratuito.

"Después de terminar este programa de 18 meses, espero llegar a ser como quiero -cuenta-. Las mujeres que sufrimos malos tratos tenemos la autoestima por el suelo. Yo no era consciente de que me estaban maltratando". Ya no intenta justificar a su ex marido, ni le perdona las agresiones. Afirma que su hija está mejor desde que no lo ve, y jura que no volvería con él por nada del mundo. "Si él quiere golpearte, va a encontrar siempre una excusa", aclara. Luego, tras un corto silencio, comenta: "Él decía que me quería. "Si te pego es porque te quiero", repetía cada vez que me amenazaba con un cuchillo o me golpeaba".

El centro en el que ahora vive Julia es una amplia casona de 25 habitaciones, construida hace siete años en un baldío de la Comunidad. En este tiempo han pasado por allí 160 víctimas de la violencia doméstica. El 15% volvió con sus maridos. "Ése es nuestro índice de fracaso. Son mujeres que no se han recuperado", comenta la psicóloga María Ángeles Carrasco.

La trabajadora social Juana María Aguilar insiste en que el objetivo del programa es que las mujeres "consigan autonomía e independencia personal y corten definitivamente el vínculo que las mantuvo unidas al maltratador". Ambas denuncian a los "jueces y fiscales que no aplican la ley con el rigor necesario", y no ahorran críticas para la Dirección General de la Mujer y las casas de acogida dependientes de la Comunidad por su escasez de personal.

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