_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Pragmatismo

Pudo haber sido de otro modo; algunos lo imaginamos, e incluso deseamos que hubiera sido de otro modo; pero lo cierto es que ha sido como ha sido y lo tenemos ahí, turbio pero concreto: un alto el fuego de ETA. Ese día, como en el cuento de Urzidil en Praga, los escritores del Café Arco cayeron en una agitación considerable; todo el mundo nos apresuramos a felicitarnos o a expresar nuestros temores, incluso "más allá del café", pues como los hechos verdaderos, esos que afectan a la vida y a la muerte, a todos conmovió en algún sentido. Pero tal vez resulte conveniente el sosiego, tomar cierta distancia y observar con atención; pues todo se teje con hilos sutiles, escenificaciones e intenciones ambiguas, y puntos delicados prestos a quebrarse con su simple mención. Máxime cuando todo esto -en la medida en que de verdad prospere- va a tener mucho de representación, y una vez conocida la verdad prosaica, los Reyes Magos pierden todo su poder de encantamiento. Algunos lo tienen ya muy claro: "Tras las elecciones, plena disponibilidad a negociar el futuro de Euskadi", dijo ya alguno (¿qué futuro?, ¿entre quiénes?). Otros, más lúcidos tal vez, lo ven todo muy negro. Pero a veces la lucidez va en contra del sentido práctico de la vida y hace sufrir innecesariamente. Tal vez deba hablarse de alto el fuego definitivo donde se habla de indefinido y sentir que se trata de una tregua conquistada antes que otorgada para que el alto el fuego llegue a ser definitivo e insoportable la posibilidad de reanudar la infamia. De modo que prudencia y sosiego. Parece de la lectura atenta de los textos, las declaraciones (José Antonio Ardanza y Arnaldo Otegi son una fuente inapreciable para esto), y del modo en que todo se produce, que se trata antes de un proceso de sustitución de la violencia por la política que de un movimiento táctico y ventajista. El escrito de ETA parece verdaderamente su testamento dirigido a esa "mayoría social" nacionalista que dice haber logrado. Por lo demás, los líderes políticos están teniendo (casos incorregibles aparte) un comportamiento encomiable. Cuando desde HB se toca el tema navarro se dice que es ya Euskal Herria, y que por tanto no debe integrase en ningún sitio (hágase la lectura sutil). Y cuando desde los demócratas se dice que deben respetarse las reglas de juego, se añade inmediatamente que "hasta para su rectificación". Parece que se respiran aires de consenso. Da la impresión de que hasta en eso estamos teniendo suerte en la altura de miras de la clase dirigente, cosa que tanto echábamos de menos desde la transición. Claro que todo puede irse al garete, pero debiéramos hacer lo posible por evitarlo. Pero sí caben hacer algunas apreciaciones, y luego callar un tiempo. Son muy sensatas las declaraciones de Ardanza al sugerir un aplazamiento de los temas de contenido político hasta pasado un tiempo (él habla del año 2000, tras este ciclo de elecciones). Calladas las armas, todo es posible, y podrá demostrársele a Arnaldo Otegi tal como él pide (incluso que nos guste este marco constitucional). Siempre de acuerdo con la voluntad de la ciudadanía y el marco legal reformable. Pero todo debe sosegarse; y, sobre todo, separarse el debate político del más inmediato del cese de la violencia. A éste último (y no al debate político, que sería posterior) sí es aplicable el punto 10 del Pacto de Ajuria Enea. De modo que sí cabe comenzar a tratar, pasadas las elecciones, sobre el acercamiento de presos, medidas de gracia, etc, y rebajar el grado de dolor y crispación que existe en ciertos entornos familiares. No como "gesto" simplemente, sino como medida encaminada a la completa solución del problema. Separar, pues, todo lo que sea posible el tema del terrorismo del debate político constituyente que pueda darse. Por lo demás, las conversaciones cruzadas, la progresiva decantación de posturas, deberá tener como marco el Parlamento, y como destinatario final la ciudadanía. No sirve el debate subterráneo en aras de la discreción, que en sí misma es positiva. Y, naturalmente, la cultura democrática de las mayorías deberá impregnar a todos los sectores. Amén. ¿Y en base a qué votaremos en estas próximas elecciones si el núcleo del debate ya abierto nos está vedado?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_