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Un ultranacionalista arrebata la presidencia serbia a la candidata de Occidente en Bosnia

Las segundas elecciones generales en Bosnia-Herzegovina desde el final de la guerra no han cambiado el intrincado panorama político. Los partidos étnicos han vuelto a vencer, según los primeros resultados filtrados. La peor noticia, sin embargo, es la victoria del ultranacionalista Nikola Poplasen, de 46 años, en las elecciones en la Republika Srpska (RS), la entidad serbia de Bosnia. El derrotado es el partido Unidad de Biljana Plavsic, protegida de Occidente. Sobre ella se había edificado todo el entramado de pacificación del país y el cerco a las huestes de Radovan Karadzic.

Los resultados finales completos, con sus porcentajes de voto y diputados elegidos, tendrán que esperar un día más. La Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), encargada de la supervisión de estos comicios, los dará a conocer a lo largo del día de hoy. La excusa son nuevos fallos técnicos que se suman a los desastres del censo electoral en los días de la votación.A pesar de la falta de anuncio oficial, el enviado especial de Estados Unidos, Robert Gelbard, dejó claro ayer en Sarajevo que éstos no favorecen las expectativas de Occidente. Gelbard espera que la nueva presidencia serbia "respete la territorialidad y soberanía de Bosnia", en clara referencia a Poplasen, quien se declara partidario de utilizar las vías constitucionales existentes para unir la RS con Serbia, algo prohibido por los acuerdos de Dayton.

"El Gobierno de EEUU hará todo lo posible por proteger la integridad territorial de Bosnia-Herzegovina", advirtió Gelbard, quien añadió que la comunidad internacional se mostrará vigilante para descubrir cualquier síntoma de incumplimiento de los acuerdos firmados.

El Partido Radical de Poplasen, coligado con el Partido Democrático Serbio de Karadzic, es una extensión bosnia del partido del ultranacionalista de Serbia dirigido por Vojislav Seselj, cuyos paramilitares Las Águilas Blancas tuvieron una destacada actuación en la guerra. Poplasen ha asegurado que formará un Gobierno de unidad nacional, abierto en teoría a todos los partidos, incluido el de Karadzic, con el fin de recuperar las relaciones con Belgrado, deterioradas desde la llegada a la presidencia de Biljana Plavsic, la apuesta occidental.

Poplasen "será juzgado por sus actos, no por sus palabras", dijo Gelbard. "La gente cambia. Siempre hay esperanza". Ya sucedió con Plavsic, antigua admiradora de Karadzic y entusiasta de la limpieza étnica.

A pesar de esta victoria, los ultranacionalistas no tienen mayoría suficiente para gobernar en solitario. Están obligados a pactar. Esto, unido a la posibilidad de perder la ayuda económica internacional, podría moderar sus posiciones. Ése es el camino más viable para el representante de la comunidad internacional, el español Carlos Westendorp: intentar la conversión.

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El disgusto por la victoria de Poplasen en las elecciones directas a la presidencia de la RS queda atenuado por otro resultado clave, éste favorable a los intereses de Occidente.

Pierde Krajisnik

El representante serbio en la presidencia tripartita de Bosnia-Herzegovina (compuesta por un serbio, un croata y un musulmán) no será el radical Momcilo Krajisnik, la mano derecha de Karadzic. Krajisnik ha perdido el puesto. El futuro miembro serbio de la presidencia será Zivko Radisic (un moderado), del Partido Socialista de la República de los Serbios, próximo al presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic.Radisic era el favorito de la comunidad internacional. Westendorp, en unas declaraciones al periódico de Sarajevo Oslobodenje (Liberación), el legendario diario que no dejó de salir durante la guerra, había descalificado de forma contundente a Krajisnik. Según Westendorp, el todavía miembro de la presidencia tripartita en representación de la comunidad serbia es un hombre del pasado, con quien resulta imposible colaborar, y le definió como "un dinosaurio político".

La OSCE, que mereció la repulsa de los enviados del Parlamento Europeo a las elecciones por el desastre organizado en las listas de votación, continúa empeñada en la tarea de acumular fracasos, tras llevar 10 días para el recuento de votos. Con estos fallos y este retraso, la OSCE deja abierta la puerta a posibles sospechas de que en ese espacio de tiempo se recurra a la alquimia electoral.

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