"Tuve ratos de euforia y de absoluta miseria"
En la era en que emergen los deportes llamados extremos y se pone a prueba el límite del cuerpo humano, el vitoriano Juan Carlos Nájera es un hombre de vanguardia. Siempre montado sobre su bicicleta de montaña, en los dos últimos años viajó a Alaska para competir, en la Idita Bike y la Idita Sport Extrem, lo más parecido a un maratón ciclista sobre nieve y hielo. Este mes de septiembre, y para cumplir con su apego a lo deportivamente radical, ha viajado al desierto de Simpson, en Australia, para participar en la autodenominada competición más dura del mundo de mountain bike: el Cocodrile Trophy, unos 2.000 metros de carrera sobre terreno irregular, semidesértico, con etapas de entre ocho y doce horas de duración y de 40 a 45 grados de temperatura. Cincuenta ciclistas, la mayoría profesionales de la bicicleta, se atrevieron al envite. Sólo 25 cruzaron la meta. El vitoriano, debutante en la prueba, no profesional y como siempre patrocinado por la firma de bicicletas BH, se tuvo que conformar con la decimoquinta posición final y ganar una etapa, después de marchar 90 kilómetros escapado. Ése fue su mejor día. Los hubo peores. "Hubo momentos de euforia y otros en que te sientes en la más absoluta miseria, desgraciado y piensas que no pintas nada ahí", afirmaba ayer Juan Carlos Nájera. Razones tiene para esas variaciones en el estado de ánimo. "Fui quien más pinchazos tuvo en la carrera, quince", recuerda. "Además, en toda mi vida habré roto tres cubiertas y dos han sido en esta carrera. Uno de los días la rompí y tuve que estar 40 kilómetros andando hasta que unos holandeses me dejaron una de repuesto. Estaba un poco desquiciado". Ese día, añade, se cayó "unas 25 veces, aunque sin importancia porque era sobre arena". Se le echó la noche encima y acabó "un poco desquiciado", asegura. En caliente, estuvo a punto de abandonar. Con todo, el espíritu de Nájera se asemeja al de los deportistas en este tipo de actividades. Quiere volver a la Cocodrile Trophy, aunque de ese modo tendrá que aplazar una aventura en el Polo Norte con Juanito Oiarzabal, para desclavarse una inquietud. "Podría haber entrado entre los ocho o diez primeros si no llego a tener tan mala suerte", dice. Preparado por el médico y ex ciclista Eduardo González Salvador, el deportista se entrenó para la prueba sumando 12.000 kilómetros, lo que equivale a 20.000 en carretera.
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