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La larga marcha de los tupí guaranís "abertzales"

Los tupí guaranís, antes y durante la conquista española del Nuevo Mundo, marcharon hacia el Oeste en busca de la Tierra sin Mal. Guiados por sus jefes espirituales o karais, deambularon por las tierras de sus antepasados y por otras nuevas con el anhelo de caminar hasta encontrar la ansiada tierra prometida. Aulestia utiliza en su libro este símil para describir la realidad "siempre en movimiento" del mundo de la izquierda abertzale rupturista en los años en los que se alumbraba la Constitución y las urnas se llenaban por primera vez, el 15 de junio de 1977. En esa fechas, los abertzales rupturistas que edificaron posteriormente HB habían empezado a caminar. La Marcha de la libertad, que, tras recorrer cientos de kilómetros en cuatro columnas llegó a las campas de Arazuri, cerca de Pamplona, es calificada por Aulestia como el "primer éxodo" del autodenominado Movimiento de Liberación Nacional Vasco en pos de la liberación de Euskadi. Un desquite contra la frustación que suposo para ese mundo los resultados de las urnas, donde las fuerzas rupturistas que pedían la abstención se quedaron en el 23% de los votos. Luego llegarían los sempiternos movimientos hacia la negociación con el Estado, la autodeterminación o el reconocimiento de la soberanía y la unidad territorial. "No han dejado de demostrar su existencia en un movimiento continuo", asegura Aulestia. El karai de la izquierda abertzale rupturista estaba encarnado entonces por Telesforo de Monzón, el hombre vestido con un raído chaleco azul y pegado a una makila. Aunque la tradición de la izquierda independentista siempre ha estado mas ligada al colectivo que al personaje carismático, diferentes nombres de ETA han sido el faro para muchos activistas: Argala, Txomin Iturbe o el todopoderoso colectivo Artapalo. En los nuevos aires, siempre en movimiento, suenan muchos más apellidos como Otegi o Díez.

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