Unzué da el primer triunfo al Tenerife

Al Tenerife no le costó demasiado trabajo mantener su buena trayectoria en Oviedo. Pompei tuvo el empate al alcance, en un penalti que no era, pero Unzue despejó su lanzamiento. Valió el gol de Juanele, lo mejor que sucedió en una primera parte llena de despropósitos para el Oviedo. A saber: lesión de Dubovsky nada más saltar al campo; expulsión de Manel, y el cambio posterior de Moller, que debutaba en la Liga, por Bango. El danés sólo duró seis minutos: en el descanso Vázquez lo sustituyó por Nadj, otro debutante, que jugó de lateral derecho.Total que el planteamiento del Oviedo estaba patas arriba desde el principio. Es cierto que el Tenerife construyó mejor y ocupó el campo con mayor vistosidad, pero no tuvo carga ofensiva alguna. El movimiento de los hombres de Lillo desarticuló al Oviedo en el medio mientras estuvieron los dos equipos al completo. Pero después, el Tenerife se atascó de un modo lamentable y desperdició una ocasión de ganar por una diferencia mayor.

El Oviedo no se recompuso hasta avanzada la segunda parte. Sobre todo tras la expulsión de Pablo Paz. A partir de entonces, el equipo asturiano fue decididamente mejor.

En uno de sus ataques, Iván entró por la derecha y Alexis le fue al corte: llegó antes e impulsó el balón a córner. Increíblemente Carmona Méndes señaló penalti y sacó una tarjeta a Unzue por su acalorada protesta. El portero navarro se tranquilizó y bajo los palos dejó las cosas en su sitio con una gran intervención al ramete del argentino Pompei, que también reaparecía después de que se le haya buscado equipo sin encontrárselo.

Total, que entre tantos accidentes pequeños, en un partido jugado con exquisita deportividad por ambas partes, hubo poco tiempo para el fútbol y el discurso supuestamente ofensivo y abierto de los dos entrenadores se esfumó enseguida. El equipo visitante dio la impresión de sorprender con su planteamiento, pero el Oviedo tuvo la virtud de recomponerse y de intentar hasta el final un empate que no llegó ni de penalti. Pompei se atribuyó la responsabilidad del resultado, pero no tuvo toda la culpa.