ANNA HOME EXPERTA EN TELEVISIÓN INFANTIL "Los programadores creen que para los niños no hay que gastar dinero"
Anna Home (Londres, 1938) estudió Historia Moderna en la Universidad de Oxford, pero su vida profesional ha corrido de la mano de la televisión. Home ha ejercido como directora y productora en distintos programas y trabajó en la BBC como directora de programas infantiles, después de estar muchos años como investigadora en ese sector en la misma cadena británica. Autora de un libro sobre la televisión infantil en el Reino Unido, Anna Home ha visitado un Bilbao extraordinariamente luminoso para asitir durante dos días a las jornadas sobre televisión y educación Pinocho en el laberinto (del lapicero al zapping), que ella misma clausuró ayer con una conferencia sobre la necesidad que tiene la televisión para menores no sólo de contenidos de calidad, sino de una financiación suficiente. Pregunta. El problema de que no haya más programas educativos en la televisión, ¿es su falta de financiación? Respuesta. Creo que el problema de financiar programas educativos, al igual que todos los programas dedicados a los niños, es muy complicado. Tiene que ver con la creencia de los programadores, de los directores de cadenas y de los realizadores de espacios de que como los niños son pequeños los espacios dedicados a ellos tienen que costar menos. Lo que no es cierto. P. ¿Y la creencia generalizada de que mucha televisión hace tontos a los niños? R. Eso es una estupidez. La televisión es un medio maravilloso para comunicarse con los niños y para que ellos absorban información. Es una inversión para su futuro, pero hay pocos políticos que son capaces de ver esto. P. ¿Cuál es su experiencia a este respecto? R. En el Reino Unido, desde el auge de la televisión los niños ahora tienen mucha más constancia de cómo es el mundo entero de lo que sabían antes. Y eso tiene que ver con la televisión, que es una maravillosa ventana abierta al mundo. Pero también potencia la capacidad de los niños de comunicarse unos con otros, pero para ello tienes que tener una programación correcta. Y programadores de cadenas estatales que luchen por producir programas educativos e informativos. P. ¿Y quiénes deberían crear esos programas infantiles, los educadores o los realizadores? R. Una combinación de todos. No voy a discutir que unos programas educativos tienen que estar hechos por profesionales de televisión, porque de otra manera no resultarían atractivos. El gran riesgo de los espacios educativos es que no parecen verdaderos programas de televisión, son muy aburridos. Así que se necesita a gente que trabaje en televisión para hacerlos y probablemente tendrían que ser los mismos que hacen entretenimiento en las cadenas. Y obviamente necesitan tener el consejo, la ayuda de expertos en educación. P. Los espacios educativos tienen un enemigo en las listas de audiencias. R. La televisión cada día es más comercial, tiene que ser rentable. Si la programación educativa no tiene más audiencia es porque la mayoría de las veces es muy aburrida. También los espacios educativos o dedicados a niños pueden ser números uno, como sucedió con Barrio Sésamo. Ahora hay otra serie infantil que está arrasadndo en el Reino Unido y en Estados Unidos, Teletubbies (telegorditos). Son cuatro seres blanditos, que llevan una televisión en sus estómagos. Están dirigidos a un público hasta 5 años. En televisión educativa esa franja de edad, de 0 a 5 años, es fundamental. P. Pero ahora los infantiles son mayoritariamente series de animación una tras otra, separadas por anuncios. R. Eso es cierto. Pero hay un movimiento dentro de la Comisión Europea, que pretender conseguir una legislación para Europa que elimine los anuncios de la franja infantil. En los países escandinavos no hay publicidad en los programas infantiles. Pero esto tiene un argumento en contra: si se quita la publicidad habrá aún menos dinero para hacer espacios para niños. Es un problema difícil. P. ¿Cuántas horas debería pasar un niño ante el televisor? R. Eso no se puede calcular de forma general. Depende del niño, y de los padres. P. ¿Conocía Bilbao? R. Claro que conocía el nuevo museo. Toda la prensa ha hablado de él. ¿Antes del Guggenheim? No, ni siquiera sabía que existía esta ciudad antes del museo.
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