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FÚTBOL LIGA DE CAMPEONES

El Athletic mira al pasado

Luis Fernández desconfía de su equipo y otorga credibilidad a un Rosenborg vulgar

, José Mari que la roba, queriendo evitar un contragolpe, Joseba que se la encuentra, la prepara y marca con el talento que le acredita. Y el Athletic que toca el cielo del marcador y el infierno los jugadores, del fútbol. Ni Luis Fernández, ni ni el Rosenborg habían interiorizado esa circunstancia. La computadora (por modernizar el nombre de la vetusta pizarra) tenía un programa más básico: resistir la envergadura de los fornidos nórdicos, aguantar el empujón de los voluntariosos vascos. El gol no se preveía ni tan temprano, ni tan accidental. Era una apuesta por el forcejeo bajo un sirimiri tradicional y con un ambiente no tan cargado. Ambos equipos, ambos entrenadores sucumbieron al peso de la púrpura: el Rosenborg porque quizá no da más de sí, resulta así de basico, de previsible, de clásico en el sentido más espúreo de la palabra.El Athletic porque llevaba la humildad a tal extremo que le pesaba en la camiseta. Pero tenía el resultado, el botín, el tótem. Lo tenía todo, menos el fútbol.

ATHLETIC 1

ROSENBORG 1Athletic: I. Etxeberria; Imaz, Ríos (Lacruz, m. 45):, Alkorta, Larrazabal; Carlos García, José Mari, (Urrutia, m. 72), Guerrero (Urzaiz, m. 67), Javi González; J. Etxeberria y Ezquerro. Rosenborg: Jamtfall; Basma, Bragstad, Hoftun, Bergdolmo; Strand, Skammelsrud, Berg; Hernes (Sorensen, m. 80), Rushfeldt y Jakobsen (Totto, m. 89). Goles: 1-0. M. 5. Jose Mari roba el balón y el rebote llega a Joseba Etxeberria que sortea a un defensor y envía suave a la red superando al meta Jamtfall. 1-1: M. 19. Contragolpe del Rosenborg que culmina Strand con un disparo desde fuera del área que sorprende a Etxeberria. Árbitro: Vasily Melnichuk, de Ucrania.Amonestó a Jakobsen, Ezquerro, Hoftun, Lacruz, Berg. Unos 35.000 espectadores en San Mamés. Primera jornada de la Liga de Campeones.

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Eso estaba previsto. Luis Fernández decidiió saltarse a la torera su constante futbolistica y apeló a la graduación geurrillera: todos a correr, a saltar, a chocar (incluido Guerrero, ninguneado por el esquema) y a confiar en las trastadas individuales de Etxeberria y Ezquerro, los hábiles pegados al suelo. El viejo estilo, la antigualla por bandera, la racanería como condición. Pero tenía el resultado, el tótem, aunque fuera por accidente. Y porque los rivales eran noruegos. Otro mundo. Otro fútbol.

El único tópico que cumplió el Rosenborg fue la gelidez. El gol ni le inmutó. Sacó el pizarrín del bolsillo y se aplicó el cuento. El Athletic le hizo el resto: se arrugó y exhibió todo el fútbol miserable de que es capaz cuando apela (su entrenador) a lo más rancio de su historia. Al Rosenborg, un equipo corretón y sin galones, le costó un suspiro hacerse con el partido. Entendió que en este juego interviene un balón, lo utilizó y se procuró una circunstancia favorable que sólo había que administrar con paciencia. ¿Cultura nórdica o cultura futbolística?. No era nadie y sin embargo parecía un equipo: la diferencia estribaba en la comparación. En el espejo del Athletic se veía grande, se veía hecho. Y se procuró el gol en una jugada más de las que hilvanó en el encuentro, ni la más preciosa, ni la más clara. Una jugada bien resuelta y en paz. Sin historia futbolística propia, sin rancias raíces, los noruegos no dudan en imitar a lo más cercano, a lo inglés de los tópicos, del balonazo y la lucha por cabecear.

Al Athletic (a su entrenador) le pudo la circunstancia: ¿miedo, exceso de responsabilidad, desconfianza en sus futbolistas?. En cualquier caso, el Athletic resultó irreconocible, un sucedáneo (rancio) de sí mismo, incapaz de discernir entre el peso de la Liga de Campeones y la ligereza del rival. Luis Fernández resultó incorregible. La rectificación requirió la necesidad agonística del empate. El viejo estilo. No cumplió su promesa: la Copa de Europa procuró un fiasco futbolístico, no una buen partido. Ni siquiera una noche memorable. Muy poco. Casi nada.

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