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VUELTA 98

A Blijlevens le gusta Andalucía

Son bastantes los conceptos que han dejado de tener sentido en ciclismo, por ejemplo el de los routiers, o especialistas rodadores de llano. Son tipos de estatura y de peso, corredores capaces de rodar a más de 40 o 45 kilómetros por hora durante 100 o 150 kilómetros. Su morfología les permite aguantar lo que se llama el nivel aeróbico del esfuerzo, con una cadencia de pedaleo dura, sin sufrir en exceso. Suelen resistir esfuerzos grandes pero explosivos, nunca sostenidos. Estos ciclistas están hechos para rondas de pocas jornadas o largos recorridos llanos de un solo día.La etapa de ayer enlazaba Córdoba y Cádiz, la más larga de la Vuelta, sobre una ruta ancha. Sólo una tachuela -el alto de Cuesta Espino cerca de la salida- que hasta un cicloturista la pasaba silbando. El resto, una autopista hacia la Tacita de Plata. Bien protegidos los favoritos y escondidos los escaladores, todo indicaba que el guión en carrera estaba escrito para, en primer lugar, los rodadores, y de no surtir efecto -el calor fue determinante-, una llegada masiva con los sprinters en escena.

Eso ocurrió. No hubo routiers. La etapa se convirtió en agónica. En definitiva, aburrida. La historia de los 235 kilómetros de la jornada se resumió en los 50 metros finales. El pelotón acelerado, estirado, con los sprinters por delante buscando escribir su nombre en el anuario de la ronda.

Y surgió un especialista: Jeroen Blijlevens. El holandés, residente en Bélgica, del TVM, ganó por un cuerpo al italiano Giovanni Lombardi, el escudero que le prepara los sprints al ausente Erik Zabel, del Telekom. Fue un ramillete de sprinters quien se colocó en busca de la victoria. Estaban el australiano Robbie McEven, tercero, y a continuacion el checo Jan Svorada, el tambien australiano Henk Vogels y demás. Y para no perder la costumbre, una caída terminó de llenar el guión. El corredor del ONCE David Etxebarría perdió el equilibrio y arrastró al asfalto a otros cuatro corredores. El percance fue una anécdota.

A Blijlevens, de 27 años, le gusta Andalucía. Es un especialista en adjudicarse las etapas más largas de las vueltas. Curiosamente, el holanáés ganó la etapa más larga del último Tour, con sus 252 kilómetros, antes de que se bajara de la bicicleta, cerca de Suiza, harto de los registros de los gendarmes al equipo TVM. Y en la Vuelta, siempre ha ganado una etapa en tierras andaluzas: en Sevilla (1995) y Almería (1996). El peso de Blijlevens en el TVM es evidente. Fue el holandés quien recomendó el fichaje del ucranio Outschakov como su lanzador en los sprints.

Otra consecuencia directa de la larga y calurosa jornada, fue la apenas ausencia de lucha por las bonificaciones en las tres metas volantes. Laurent Jalabert, el protagonista en la víspera, decidió tomárselo con un poco de calma en los dos segundos actos de la etapa, para aparecer como una fiera en Jerez de la Frontera y sumar tres segundos de bonificación. Los Zülle, Olano, Escartín anduvieron atentos pero suaves. Llegaron todos a Cádiz, excepto el belga Frank Vandenbroucke, que optó por irse a casa. La culpa, una infección bucal y los antibióticos para curar. Su retirada, no obstante, estaba cantada al perder 15 minutos en la etapa inaugural de Córdoba.

Una etapa sin consecuencias para los ciclistas y para los directores. Hasta Tony Rominguer, tricampeón de la Vuelta, se aburrió en su estreno como codirector técnico del Cofidis. Y es que andar sobre una bicicleta en una autopista, con calor y un mismo paisaje es para tomárselo con resignación. Ni el sindicato de los jornaleros andaluces del campo consiguió aplicar una acción directa en sus reivindicaciones. El intento de cortar la prueba -sólo se trataba de parar un minuto- fue abortado de manera elegante por un conocido periodista deportivo español.

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