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CAMINO DE LA EUROCOPA

El día más negro del fútbol español

Santiago Segurola

En el capítulo más deshonroso en la historia de nuestro fútbol, España sucumbió frente a Chipre, tradicional saco de los golpes en el concierto europeo. La derrota supone un descalabro imponente en el prestigio de la selección y el definitivo descrédito de Clemente, cuya posición es insostenible. En un ambiente de infinita desidia, con todos los pretorianos del seleccionador en el campo, España pagó las consecuencias de las lamentables decisiones que se han tomado después del Mundial de Francia. Lejos de producirse un cambio estimulante, se prosiguió en la terquedad, en una línea agotada que sólo genera depresión.No sólo se puede interpretar el encuentro desde lo psicológico. En lo futbolístico se produjo un desastre que entronca con todos los defectos que se apreciaron en el Mundial de Francia. De nuevo se observó una profusión de delanteros fuera de su sitio natural, como si el entrenador tuviera la necesidad de hacer una alineación política para ganar adeptos a su causa. Clemente perdió la onda definitivamente en la Copa del Mundo y no ha encontrado respuestas a los problemas que se han generado en el equipo. Existe una contestación a la figura del entrenador, pero también hay incoherencias de carácter futbolístico que no se han subsanado después del papelón en Mundial. España no puede llegar a ningún buen puerto con un equipo mal definido, mal trabajado y mal dibujado. La línea defensiva está integrada mayoritariamente por jugadores que han visto pasar sus mejores días. En el centro del campo, Hierro, que no es centrocampista, naufraga en solitario, en parte por sus carencias y en parte por la ausencia absoluta de juego a su alrededor, quizá porque está rodeado de gente fuera de su hábitat. Etxeberria, Raúl, Alfonso, Luis Enrique y Morientes son delanteros obligados a realizar funciones para los que no están llamados. No tienen fútbol para colaborar en la creación de juego y en Chipre tampoco tuvieron interés en cumplir con las mínimas funciones defensivas. El equipo quedó fracturado por la mitad y ninguna de las líneas fue capaz de sobrevivir con dignidad. Por supuesto que faltó fútbol, pero también faltó actitud. La indolencia fue general entre los jugadores, que deshicieron la supùesta comunión que mantienen con el seleccionador. Si el encuentro suponía un problema de Clemente en su reingreso tras el Mundial, los futbolistas no hicieron causa común con el técnico. Si Clemente está noqueado, si su alineación es inconveniente, si los jugadores no se animan a resolver un momento delicado, no hay horizonte posible. En estas condiciones, la derrota frente a Chipre tiene una lectura moral. España puso todas las condiciones para flagelarse frente a uno de los equipos más irrelevantes de Europa.

CHIPRE 3

ESPAÑA 2Chipre: Panayiotou; Engomitis, Costa, Ioannou (Ioakim m. 88), Pitas; Charalambous, Spoljaric, Melanarkitis, Cristodoulou; Malekkos (Pounas m. 55) y Gogic (Agathocleous m. 61). España: Cañizares; Michel Salgado, Alkorta, Nadal, Sergi; Hierro, Etxeberria (Ezquerro, m. 60), Luis Enrique, Raúl; Alfonso (Kiko m. 40) y Morientes. Goles: 1-0. M. 45. Engomitis se interna por la banda derecha y marca. 2-0. M. 47. Gogic recibe un pase en el área grande y coloca el balón en la escuadra derecha de Cañizares. 2-1. M. 72. Raúl aprovecha un balón adelantado y sorprende al portero con una vaselina. 3-1. M. 77. Spoljaric peina una falta lanzada y supera a Cañizares. 3-2. M. 85. Raúl hace un recorte en el área, remata y el balón pasa por debajo del cuerpo del portero chipriota. Árbitro: Khussainov (Rusia). Amonestó a Sergi, Agathocleous. 5.000 espectadores en el Papadopoulos.

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"Nosotros estamos con el seleccionador"

La única particularidad de Chipre fue su contundencia para aprovechar las incontables concesiones de la selección española. Resultó extraño que un equipo tan limitado accediera al área de Cañizares con tanta facilidad y casi siempre con tanta puntería. Los centrocampistas y los delanteros llegaban sin oposición, ante la indiferencia de los jugadores españoles. Y de la misma manera que alcanzaban el área, conseguían los goles. Buenos goles, por otra parte: una vaselina, un tiro raso y un cabezazo espectacular. Pero todos ellos llegaron con el placet general del equipo español. La desidia se hizo intolerable. Nadie encabezó una reacción, nadie decidió rebelarse ante la humillación. El viejo hilo entre Clemente y sus muchachos quedó roto en Chipre. Se acabó el mito del seleccionador y sus pretorianos, terminó una época que debió alcanzar su final hace tres meses en el Mundial.

La reacción tras la derrota confirma el preocupante estado de Clemente, incapaz de asumir una derrota hiriente como ninguna otra en la historia de la selección española. No se puede salir del partido con un "si lo hubiera sabido, habría jugado con ocho defensas". Este tipo de declaraciones nos hablan de un hombre que está fuera de órbita, en el algodonoso limbo de la gente que está fuera de combate y no se atreve a aceptarlo. O lo que es peor, quizá Clemente no sabe las devastadoras consecuencias de la catástrofe en Chipre: devastadoras para el prestigio de nuestro fútbol, para la posición de Clemente como seleccionador, para el crédito de Villar y los actuales dirigentes de la Federación y también para unos jugadores que dificilmente podrán quitarse el estigma de una derrota bochornosa. Para siempre serán los futbolistas que sucumbieron en Chipre, en el día más negro en la historia del fútbol español.

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