La pugna de Duran por ser "número 2" de CiU abre el debate de la sucesión de Pujol
La presión de Unió Democràtica de Catalunya (UDC) para colocar a su líder, Josep Antoni Duran Lleida, como número dos de Jordi Pujol en las próximas elecciones autonómicas ha abierto contra la voluntad de sus aliados de Convergència Democràtica (CDC) el debate sobre la sucesión de Pujol. Salvo el propio Duran, los protagonistas de este debate no tienen ningún interés en precipitarlo. Ni se postulan. Lo suyo es esperar y cerrar el paso a Duran. Son un selecto grupo de políticos que ejercen responsabilidades en el Gobierno y en el partido, a la sombra de Pujol: Xavier Trias, Pere Esteve, Artur Mas y Joaquim Molins.
Duran se cuidó de precisar a mediados de agosto que el número dos de Pujol en la próxima batalla electoral no tiene por qué ser su sucesor como líder de la coalición o como aspirante a Presidente de la Generalitat, llegado el caso. Pero los dirigentes de Convergència implicados en la carrera creen, o temen, que será lo contrario. De ahí nace su cerrada reacción contra la pretensión del democristiano, al que consideran un intruso en la pugna por la herencia de Pujol.Pero Unió ha puesto el nombre de Duran en el tablero mientras ninguno de sus rivales de Convergència se atreve a plantear abiertamente sus aspiraciones para el pospujolismo. Todos consideran que es prematuro pues Pujol parece tener, como dicen, "cuerda para rato". Salvo imprevistos, eso supone para ellos un plazo mínimo de cuatro años, fácilmente prolongable a poco que la salud y las circunstancias ayuden.
Los cuatro dirigentes de Convergència situados ahora mismo en la parrilla de salida para la carrera del pospujolismo tienen perfiles políticos muy distintos.Pujol ha evitado marcar a ninguno de ellos como delfín, pero su entorno familiar, que constituye un poder fáctico en Convergència, apuesta por Artur Mas.
Es el más joven de todos, 42 años. Economista, lleva en la Administración de la Generalitat desde que contaba 26. Llegó a ella como profesional independiente de la mano del que fue poderoso secretario general de la Presidencia, Lluís Prenafeta. Pero de técnico pasó a director general y, luego, en 1987, a concejal por CiU en el Ayuntamiento de Barcelona. En los primeros años formaba parte de un grupo de directores generales que presumían de ser sobre todo ejecutivos, procedentes de la empresa privada. Tras el paso a los cargos de representación, sin embargo, Mas ingresó en la nutrida nómina de los pujolistas que, desdeñando todo matiz liberal, socialdemócrata o democristiano, se definen a sí mismos como "sólo nacionalistas".
Desde su plataforma de concejal pasó a presidir la organización local de Convergència en Barcelona y desde ella aspiraba a dar el salto como candidato a la alcaldía en las próximas elecciones municipales. Pero Pujol decidió que el alcaldable de CiU en esta ocasión debía ser Joaquim Molins, y Mas tuvo que conformarse con seguir como consejero de Economía del Gobierno catalán, cargo que ocupa desde hace un año. Pero con la promesa de ser promocionado a más altos destinos.
El alcaldable Molins es otro de los posibles delfines. Apartados Miquel Roca y Macià Alavedra del primer plano, es probablemente el dirigente de Convergència con más experiencia política. Sucedió a Roca en 1995 en la comprometida tarea de representar a CiU en el Congreso de los Diputados. El asalto a la alcaldía de Barcelona que va a intentar es una empresa en la que han fracasado todos los principales políticos de CiU (Pujol al margen): Ramon Trias Fargas, Josep Maria Cullell y Roca. Si triunfa en este empeño será el dirigente con más poder en la coalición después de Pujol. Para ser su delfín, sin embargo, tropieza con el obstáculo de que sus orígenes políticos no son nacionalistas.
Molins es un ingeniero de 53 años, perteneciente a una importante familia de industriales cementeros y financieros. Junto con figuras como Carlos Ferrer Salat y Carlos Güell de Sentmenat, fue fundador en 1975 de Centre Catalá, un partido que aspiraba a representar a la burguesía desde posiciones liberales no nacionalistas. Los grupos centristas catalanes confluyeron en 1979 con la Unión de Centro Democràtico, por la que fue elegido diputado a Cortes. En 1981 pasó a Convergència y se alineó con el sector roquista. En 1986 Jordi Pujol le nombró consejero de Comercio, y en 1988 consejero de Política Territorial.
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