Más cerca del oso de peluche que del toro de bronce
La habitual reacción positiva después de un día de pérdidas, la reabsorción de acciones por parte de las propias empresas y la oportunidad de comprar barato ayudaron ayer a Wall Street a recuperarse de la rotunda paliza que recibieron sus diversos índices el pasado lunes. Pero no se ha vuelto a superar la barrera de los 8.000 puntos, y el drama continua.La crisis en los mercados internacionales se ha asegurado ya un sitio en la lista de preocupaciones del inversor estadounidense, cuya verdadera tendencia no se revelará con claridad hasta finales de esta semana o la próxima. De momento el Dow Jones, que ha perdido más de mil puntos desde el pasado jueves, subía al cierre de ayer un 3,82% (288 puntos). Alguien colocó al finalizar la jornada del lunes negro un oso de peluche a los pies del enorme toro de bronce instalado en el centro de Wall Street. En la mitología de las finanzas, el toro simboliza el mercado alcista y el oso la recesión. Por la tarde, un broker se desahogó dando una patada al oso, gran metáfora de lo que habría de ocurrir ayer.
Mientras el lunes la pregunta era si había que tomarse en serio la bajada, ayer era si había que tomarse en serio la subida.
Técnicamente el mercado a la baja no se ha consolidado porque no se llegó (por los pelos) al 20% de pérdidas en el año. Pero aunque Wall Street se mueve ahora en la franja de la corrección, es el entorno global el que hace que esa corrección sea más preocupante.
La falta de perspectivas halagüeñas para el futuro inmediato de la economía internacional pone en duda la recuperación de ayer, una jornada definida por la subida en puntos pero sobre todo por el volumen de la compraventa: más de mil millones de acciones cambiaron de manos, el récord absoluto, que refleja esa coexistencia de direcciones opuestas.
Boeing, General Motors y Avis protagonizaron maniobras de recompra de sus propias acciones a precio de oferta, apostando al mismo tiempo por la recuperación.
Es fascinante cómo en Wall Street las interpretaciones fluctúan de un minuto a otro, las explicaciones se van ajustando a cada requiebro del Dow Jones y las sentencias contrarias coexisten sin problema. Lo que parece claro es que EEUU ha visto que la crisis internacional llama a su puerta. Factores como el rechazo del parlamento ruso a la candidatura de Chernomirdin provocan un efecto directo en el inversor particular, cuya estrategia accionarial a corto plazo le obliga a deshacerse de sus fondos de inversión.
50 millones de inversores
Fueron precisamente estos fondos los grandes responsables de la gran venta del lunes. Hay cincuenta millones de norteamericanos con dinero en la bolsa hoy en día y ellos son los principales agentes de la volatilidad imperante. Cada vez más operan directamente a través de Internet y apuestan a valores de tecnología punta y alto riesgo como el servicio "on line" privado de America Online y el buscador Yahoo. Ambos estuvieron el lunes a la cabeza de los perdedores en el muy deteriorado índice Nasdaq.Por otra parte, es cierto que han sido estos inversores particulares quienes han mantenido el mercado alcista con su irrefrenable optimismo y confianza, que todavía se resisten a abandonar.
Tras el cierre de los mercados el lunes negro, el secretario del Tesoro de EE UU, Robert Rubin, emitió un comunicado desde Washington asegurando que la economía nacional conserva la buena salud pero que "el mundo está atravesando un periodo difícil." Ayer el presidente Bill Clinton reiteró el mismo mensaje desde Rusia.
Pero también tienen razón los que dicen que no es sólo un problema internacional, sino que la revisión a la baja del precio de muchas acciones sobrevaloradas era necesario, por no decir vital, para la supervivencia del mercado.
Los periódicos abrieron ayer con titulares espectaculares sobre las pérdidas de Wall Street e incluyendo publicidad elaborada a ultimísima hora por casas de inversión para llamar a la calma.
Pero había analistas cuya postura era: "de acuerdo, hemos perdido todo lo que ganamos en 1998, pero estamos de nuevo en el punto de partida, no estamos peor." En otras palabras, el mercado alcista ha sido tan imparable en los últimos meses, que todavía puede soportar fuertes bajadas puntuales como la del lunes.
Puesta en perspectiva, fue la caída más grave registrada encualquier mes de agosto en la larga historia de Wall Street. Travelers Group, American Express, General Motors y Coca-Cola lideraron la avalancha con pérdidas de más del veinte por ciento cada uno.
Casi todos estos valores se recuperaban ayer, pero no así sectores del Dow como el de transporte y utilidades.
La bajada del Nasdaq, el lunes, la peor de su historia, y la del mercado de futuros, se juntaron con la noticia procedente de Hong Kong de que el gobierno dejaría de intervenir en la bolsa.
Todo connfluyó en un día en que los compradores no podían recuperar los 8.000 puntos en el Dow, y los acontecimientos se precipitaron en la hora final.
Con tal certeza vieron muchos un efecto inmediato en la economía nacional que se empezó a hablar de un inevitable recorte de tipos de interés -del 5,5% a corto plazo- por parte de la Reserva Federal. Pero el poderoso jefe del banco central norteamericano, Alan Greenspan, no suele tomar decisiones en base a la fluctuación del Dow Jones. Los tipos de interés reales son actualmente en EE UU los más altos de su historia al estar muy controlada la inflación. Su nivel es superior al de los principales países europeos.
Temor a una nueva caída
El miedo de los últimos minutos de actividad del lunes negro había hecho mella al inicio de la jornada de ayer, en la que ya se barajaba que la caída de los índices sería parecida o incluso superior. Pero el impulso comprador en la primera hora, alentado por personajes de referencia como Abby J. Coen, la estratega de Goldman Sachs, era muy intenso, y consiguieron que los primeros minutos se caracterizaran por una subida.La caída inmediatamente posterior fue igualmente de vértigo, y después de descender hasta 138 negativos, el Dow volvió a recuperarse y superó los 220 positivos. En resumen, un ambiente de gran volatilidad como el que ha dominado Wall Street el último año, pero ahora concentrado en unos pocos minutos.
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