Verano... y Gil
A pesar de las vacaciones, la necesidad de no perderle la pista a la actualidad, por más que suene cursi, y reconozco que así expresado lo es, me ha llevado a los periódicos diariamente, con placer de masoquista irrecuperable. En los periódicos estaban los asuntos importantes, y cada día, mi pequeña o gran ración de declaración de político. He llegado a la conclusión, después de reparar reflexivamente en el trasiego de declaraciones, que los cursos de verano y encuentros similares son un invento de los políticos para tener un lugar en el que hablar, cuando la actividad propiamente política, cesa. Realmente, el oficio de político se está poniendo cada vez más agotador. No paran, los pobres. En todo caso, ellos son parte de la sal de la vida y en el fondo es bueno que no se tomen vacaciones a la totalidad, porque así, entre declaración y declaración, van dejando en el pueblo la sensación de que permanecen siempre de guardia, cosa muy de agradecer. Agosto los trajo hasta el sol del mediodía, como si no fuera posible el descanso. Y no era lo malo. Lo malo de este verano fue Gil. Esa alteración del ánimo que producen sus maneras. Gil, que endeuda al Ayuntamiento de Marbella como si tras él no fuera a haber nada. Gil, que, como se decía el domingo en este periódico, hace que el Ayuntamiento de Marbella coma más suelo verde que Imperioso. Gil, enfrentado a la Junta de Andalucía porque él no se para en barras, y si a la Junta no le parece bien su PGOU, peor para la Junta, piensa él. Gil, celebrando plenos municipales con nocturnidad para aprobar su disparatado PGOU. Gil, y su terror-pánico a la libertad de información, traducido en groseras alusiones al papel higiénico, cuando se refiere a los periódicos. Gil, y su arrasante manera de entender que los votos le dan derecho, incluso, a saltarse a la torera a los políticos elegidos por el pueblo y sus decisiones legales. Gil, como pesadilla. La Junta de Andalucía quiere que la pasión constructora de Gil se enmiende y no traga con su elocuente y devorador PGOU. Gil ha andando todo el mes alardeando de su valor para seguir concediendo licencias de obras, con o sin el visto bueno de la Junta. En medio, una batallita más entre el PP y el PSOE. Gil sabe que, mientras ellos se peleen, él seguirá ganando.
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