_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Eolo al día

En la soberbia edición del Quijote hecha por Francisco Rico al frente de una pléyade de especialistas, se siguen bien sus muchos pasos andaluces y aparecen, en ilustrativos gráficos, desde un plano de la Posada del Potro, en Córdoba, paradero del escritor o bien frecuentada por él, hasta el nombre del más mínimo elemento de los aparejos que se usaban para las caballerías. Pero aún no encontré, en tan exhaustivo rastreo, una vida de Cervantes. La buscaré mejor; puede pensarse que, si no viniera en una obra de semejante porte, se debe a lo muy comprometido del tema. En la biografía de don Miguel hay puntos y momentos oscuros, empezando por un impresionante documento, con todos los visos de legítimo, que sitúa su cuna en Alcázar de San Juan y no en Alcalá de Henares, o síntomas que lo mostrarían como cordobés. Pero, naturalmente, ninguna de esas oscuridades disminuye la gloriosa vigencia de la obra cervantina, comandada por el universal caballero manchego y sus imágenes. Imágenes tan imborrables como la de los molinos de viento a los que el Quijote ataca, contra los aterrados consejos de Sancho y confundiéndolos con feroces seres colosales: "... ¡pues aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo me las habéis de pagar!". Cabe imaginar que si Eolo, el antiguo dios del viento, hubiera entrado en calma en ese instante, habría también cesado la embestida del caballero a los aquietados molinos con el saludable ahorro del palizón que le siguió. A tope recordé esa escena cuando, rodando el mes pasado de Tarifa a Algeciras, nos dimos con el ya largo y estupendo paisaje de la planta eólica frente al Estrecho. Sobre la marcha del coche y decorando los cerros, aparecían sucesivas hileras de animados "molinitos" blancos, los autogeneradores que el viento alimenta y al que convierten en energía. Hace pocos años, vi solamente diez o doce; ahora es una fiesta aquello. Sin hablar de su primer papel en la historia de la navegación (que es decir, en la Historia con mayúscula), Eolo sigue prestándonos importantes servicios "de aspa", ayer para la molturación del trigo y cereales; hoy, puesto al día, para su aprovechamiento energético mediante estas plantas eólicas (además, tan bellas y descontaminantes) que enriquecen nuestro Sur más Sur y que, me han contado expertos, suponen para Andalucía un inestimable bien futuro, dadas sobre todo la fuerza y abundancia con que Eolo se mueve en esa zona. Pero también hay quejas ecológicas con la planta eólica. Al parecer, el ruido de los generadores perturba los ires y venires migratorios de las muchas especies de aves que viven entre Europa y África, y cuyo corredor de siempre es el Estrecho. Es de esperar y desear que con el tiempo, esos pájaros se habitúen. Si no sucede así, es sensato pensar que no todo puede ser redondo, y sopesar las ventajas no menos ecológicas de dichas instalaciones, que permiten vivir sin temor a cualquier "broma" radiactiva.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_