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JOSÉ ANTONIO GARCÍA» PSICÓLOGO "España vive en una cultura alcohólica"

José Antonio García Rodríguez (Azuaga, Badajoz, 14 de julio de 1958) lleva la mitad de su vida consagrado al estudio de las drogas. Este doctor en Psicología extremeño de nacimiento, jienense de origen, de crianza murciana y alicantino de adopción eligió en 1978 la elaboración de líneas de prevención en materia de drogodependencias como vía de desarrollo profesional, una senda que le ha llevado hasta la dirección del Instituto de Investigación de Drogodependencias (INID) de la Universidad Miguel Hernández, uno de los tres que operan en España. Se puede decir que él es el INID, ya que el instituto, que apenas lleva un año en funcionamiento, sólo cuenta con personal de apoyo. Su máxima aspiración: la información, el arma que considera más efectiva para impedir que una persona decida, en algún momento de su vida, hacer uso de las drogas. Porque, asegura, nadie puede controlar cuando se pasa del uso al abuso. Pregunta. ¿Cómo se combina ser el director del INID y fumador? Respuesta. Soy fumador, pero en proceso de deshabituación. Llevaba cuatro años sin fumar y tuve una recaída el día de las últimas inundaciones, pero estoy ya a punto de dejarlo. Estoy reduciendo la dosis a la mitad de lo que fumaba y en este mes seguro que lo dejo. Sin más. P. ¿El tabaco es una droga? R. El tabaco es una droga, y además una droga que a pesar de ser legal, tiene un poder adictivo importante, sobre todo porque la sociedad española es todavía muy permisiva con el tabaco. P. ¿Qué cualidades debe reunir una sustancia para que sea considerada una droga? R. Las cualidades básicas son que tenga un poder adictivo y que genere tolerancia. Con las drogas, en principio puedes empezar consumiendo pequeñas cantidades, pero poco a poco vas necesitando una dosis mayor para obtener los mismos efectos. P. ¿Diferencia usted entre drogas blandas y duras? R. No. La clasificación en drogas blandas y duras está ya un tanto obsoleta. Sobre todo, porque ha generado muchas malas interpretaciones por parte de la gente. Una de las connotaciones que tenía esa clasificación era que parecía que las drogas blandas eran menos peligrosas y las duras más peligrosas. En parte llevaba razón, pero lo que nosotros queremos dar a entender al público en general es que cualquier droga es perniciosa. P. ¿Le preocupa más un joven que se fuma un porro de vez en cuando o un cuarentón que se toma un whisky todas las tardes? R. La preocupación desde el Instituto es fundamentalmente preventiva. A mí me preocupa más un joven que empieza a consumir lo que sea que ese cuarentón que usted me dice. Sobre todo, porque también depende de la cantidad que se tome. Evidentemente, tomarse un whisky un día no es que signifique mucho para nadie. Otra cosa es que la tasa de alcohol que tome esa persona sea significativa como para que genere una adicción al alcohol. Pero lo que nos preocupa más es frenar la entrada. P. ¿Cómo se convence a un joven para que no entre en las drogas? R. En realidad no es se trata de convencerlo. Lo que se le intenta dar es una serie de estrategias que le puedan servir para decidir en el momento en el que se plantee el primer consumo. Ese anuncio en que se dice a la persona que diga "No" no es tan sencillo. ¿Por qué? Porque la presión social es mucha. Seguramente a usted le ha pasado: estar en un grupo que plantea tomar unas copas y usted dice: "No, yo no bebo, yo bebo un zumo de naranja". Y los demás: "Hombre, pues tómate una copa, si no pasa nada". Esa presión social que se está ejerciendo sobre esa persona es lo que más agobia, sobre todo, en la preadolescencia, porque falta información, porque está inmaduro, tiene miedos generados y no sabe muy bien qué va a pasar si se niega. P. La droga que más esquilma a la población de la Comunidad Valenciana es el alcohol, y sin embargo es legal. ¿Es eso lógico? R. Lógico no: es contradictorio. Es una gran contradicción social, pero fíjese usted que España vive en una cultura alcohólica. Somos uno de los grandes productores vinícolas a nivel mundial y eso es algo con lo que tenemos que convivir. De todas formas, es un poco como todo. Si nosotros viviésemos en una cultura oriental, en la cual está permitido el consumo del opio, nuestra cultura sería esa. Lo cual no quiere decir que ningún uso de ese tipo sea coherente con cualquier sociedad, pero tenemos que entenderlo desde la propia cultura. Lógicamente, yo no veo bien que haya abuso de alcohol. Ahí tenemos que diferenciar ya entre lo que sea uso y abuso. P. ¿Qué opinión le merece que cien premios Nobel firmaran un manifiesto a favor de la legalización de las drogas ilegales? R. Desde un punto de vista progresista se piensa que permitiendo más se podrá regular mejor. Pero eso puede ser una trampa circular. Nosotros vendemos alcohol y tabaco desde tiempos inmemoriales y nuestra tasa de consumo es muy alta: tenemos un 40% de fumadores y varios millones de alcohólicos en España. Eso es consecuencia directa de un uso legal de esas sustancias. ¿Qué ocurre si nosotros decimos que vamos a seguir legalizando otra serie de sustancias que están ahí de forma ilegal y que posiblemente disminuyan la delincuencia asociada con el tráfico? No lo sabemos a ciencia cierta, pero lo más probable es que eso entre dentro de un canal y tenga una consecuencia, que sea que los consumos comiencen a aumentar. ¿Por qué? Porque la tengo al alcance de la mano, es oferta y demanda. P. Que existan drogas ilegales, ¿le beneficia a alguien? R. Sí, hombre, a los traficantes seguro que les beneficia. A los grandes traficantes, más que a los pequeños, que creo que están atrapados en el círculo de uso, consumo y abuso. Los grandes traficantes sí tienen un gran poder con el hecho del mercadeo de sustancias ilegales. A partir de ahí, a nadie. P. ¿Cómo debe reaccionar un padre que descubra que su hijo consume drogas? R. Lo fundamental con la familia es, ante todo, que estén bien informados, que no tengan pensamientos mágicos como que la droga es una cosa con patas y pelos que es malísima y nada más, sino que tengan una información mucho más objetiva sobre qué es cada tipo de sustancia. Y no conviene dramatizarlo todo al máximo. Hay veces que en la familia aparece el tema de la droga y parece que tienen un poco de miedo a abordar el tema. Yo creo que ese miedo les viene un poco por la desinformación. Por supuesto, también es básico el hecho de que en la familia haya unas pautas de comportamiento sanas. Todos sabemos que en las familias hay un sitio donde se reúnen todos los medicamentos y a eso se recurre cuando hay un dolor de cabeza o un malestar, a veces sin consultar al médico y eso no está bien, sobre todo porque se aprende por parte del chaval que se puede recurrir a un sitio para aliviar el dolor sin pasar por un especialista. P. ¿Cree usted que en la Comunidad Valenciana, debido a fenómenos sociales como la ruta del bakalao, existe o ha existido una mayor permisividad hacia el consumo de sustancias ilegales? R.Creo que permisividad no ha habido, pero evidentemente se integra en la cultura. Un movimiento subcultural como la ruta del bakalao genera una subcultura por medio de una música, en este caso. Las personas que cogen esa ruta saben que tienen acceso más fácilmente a determinadas sustancias. En este caso, esas sustancias eran las famosas drogas de síntesis. El hecho de que socialmente eso se entienda mejor o peor depende de que esa subcultura cuaje más o cuaje menos. Como ha tenido mucha repercusión en los medios de comunicación, socialmente se integra antes, lo cual no quiere decir ni que se permita ni que se tolere, porque siempre es bajo una base de crítica social. P. ¿Qué opinión le merece la aproximación a las drogas como vía de conocimiento que defiende el filósofo Antonio Escohotado? R. Creo que es una trampa. Ese argumento se viene usando desde hace muchísimos años, no es algo nuevo. De hecho, en la época álgida de la LSD hubo grandes pensadores y grandes artistas que la utilizaron en sus producciones, lo cual no quiere decir que fueran mejores, ni mucho menos. Yo creo que el hecho de producir bajo los efectos de sustancias que alteran la percepción o el conocimiento no es la mejor forma de producir nada. Como búsqueda de sensaciones tampoco, porque yo creo que hay gran cantidad de posibilidades de búsqueda de sensaciones sin necesidad de entrar en un círculo adictivo. P. Si le digo que conozco a personas que toman drogas los fines de semana y, sin embargo, no tienen problemas ni personales ni laborales, ¿le desmonto alguna teoría? R. No, en absoluto. Cuéntemelo después de unos años. A lo mejor pueden perfectamente convivir con un uso razonable hasta que pierdan el control. El control está en un límite que no conocen ellos y pueden estar en la conciencia de que controlan al máximo su consumo, de que están controlando las rayas de coca y que no pasa nada y que cuando quieran lo dejan. Ahora bien, que lo dejen y que se demuestren a sí mismos si eso es verdad o no es verdad. La convivencia con la sustancia hasta un momento es incluso posible. Pero llega un momento en el que esa convivencia se convierte en un infierno. LA TERRAZAJ. J. M. GALIANA

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