Se multiplican los procesos sobre el dopaje en la antigua RDA
Los procesos sobre el dopaje en la antigua RDA se multiplican. La complicación ha alcanzado su grado máximo, pues no sólo no terminó ayer el que ya estaba abierto contra dos médicos y cuatro entrenadores del Dynamo de Berlín, club histórico de la natación alemana oriental, sino que hoy mismo comienza otro, también en la capital, dedicado a cinco responsables más de las misteriosas prácticas con los deportistas. Esta vez se se sentarán en el banquillo dos médicos más y sólo tres técnicos, acusados de haber maltratado y herido a niñas nadadoras, a las que igualmente les administraron hormonas masculinas. Ayer, cuando se esperaba una senetencia para Dieter Binus, el único médico que hasta ahora ha admitido haber recetado anabolizantes a las nadadoras que trataba en el club Dynamo, el proceso siguió con la comparecencia de una de las damnificadas, que faltaba por declarar. Carola Schmidt, que ahora cuenta 35 años, fue una de las nadadora de alto nivel entre 1973 y 1978, aunque no adquirió la fama de otras compañeras. Sin embargo, sí sufrió los mismos tratamientos. Ayer habló en el juicio de los cambios de voz que sufrió y del excesivo desarrollo del vello mientras estuvo en activo. Según aseguró, la obligaron a tomar durante ese tiempo una docena de comprimidos en cada sesión de entrenamiento, pero que "por desgana" arrojaba una parte a los retretes. Lo que no recuerda es que si entre lo que le daban estaban anabolizantes.
Schmidt dijo que varias personas le habían comentado en numerosas ocasiones cómo tenía voz de hombre en muchos momentos y que su entrenador, Dieter Krause le había observado que le crecía demasiado el pelo. Otra nadadora, Annett Zander, se limitó a decir delante del tribunal que había tomado una especie de "comprimidos de color rojo oscuro".
Segundo juicio
Dieter Krause es uno de los técnicos acusados a partir de hoy en el segundo juicio, y por lo que se ve, paralelo, sobre el dopaje en el deporte de la antigua RDA. Lo hace al lado de Volker Frischke, Rolf Glaeser y del prestigioso Dieter Lindeman, que ha entrenado después incluso de la caída del Muro a la plusmarquista mundial de los 200 metros libres, Franciska van Almsick, prácticamente retirada y dedicada a la publicidad aprovechando su belleza. A partir de hoy se abre el segundo juicio, y por lo que se ve, paralelo, sobre el dopaje en el deporte de la antigua RDA. Los dos médicos y tres entrenadores pertenecían al TSC Berlín, otro de los clubes de natación que proliferaron por la ex capital alemana oriental. A ellos llegaban niñas escogidas con unos parámetros durísimos, descartadas todas aquellas que no garantizaran unos mínimos físicos muy exigentes y la seguridad de una obediencia a sus mentores. No en vano, al prometérseles que lograrían éxitos en las competiciones, ello les permitía salir fuera del país y conseguir una situación económica inalcanzable para el resto de la población.
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