El presidente de Indonesia condena la era de Suharto
El presidente de Indonesia, Yusuf Habibie, censuró ayer los abusos de los derechos humanos cometidos durante el mandato de su predecesor, el general Suharto, en su discurso sobre el estado de la nación ante el Parlamento. Habibie también se refirió a los graves problemas económicos que atraviesa el país y mencionó las principales líneas de su Gobierno para solucionarlos y para recobrar la confianza de la población en las instituciones políticas. El nuevo jefe de Estado, que sucedió a Suharto el pasado día 21 de mayo, destacó que su mandato se centrará en traer al país democracia, transparencia administrativa y respeto a los derechos humanos. "Nos hemos comprometido a mejorar el respeto de los derechos humanos en nuestro programa de acción nacional, no sólo a ratificar los acuerdos de Naciones Unidas sobre derechos humanos, sino también el derecho a la vida de todos los habitantes de esta nación", afirmó.
Indonesia firmó el jueves pasado en Ginebra un acuerdo de principio con la ONU para cooperar en la protección y promoción de los derechos humanos. Habibie advirtió que para borrar la mala imagen internacional que tiene Indonesia es preciso el esfuerzo, no sólo del Ejército, sino de las instituciones y los individuos. "En esta era de reformas, las Fuerzas Armadas necesitan efectuar una reforma interna y adaptarse a las demandas [sociales] y al curso de los tiempos".
Ataques a los chinos
Habibie condenó en especial a los instigadores de los disturbios del pasado mes de mayo y calificó de "actos puramente diabólicos" las violaciones de docenas de mujeres de la comunidad indonesia de origen chino. "Debemos vivir con un concepto de los derechos humanos que es un producto cultural de occidente, pero es un compromiso que todos tenemos y que debemos respetar y valorar". Mientras Habibie pedía paz y armonía a la población ante el Parlamento con motivo del Día de la Independencia, que se conmemora mañana, los miembros de la comunidad china seguían saliendo del país para ponerse a salvo de la ola de violencia que suele coincidir con dicha festividad. El Ejército ha reforzado con 12.000 soldados su despliegue en la capital del país.
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