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Un hombre mata a puñaladas a su esposa en presencia de su hijo pequeño

Francisco Montero decidió entre la noche del lunes y la madrugada del martes asesinar a su mujer. O quizá lo decidió mucho antes. Los vecinos tomaban el fresco en la puerta de sus casas porque hacía mucho calor y se recogieron a las doce de la noche. Un poco después, antes de la una de la madrugada, ya se escuchaban los gritos de los hijos de la víctima. Dos puñaladas, una en el costado y otra en la espalda, en presencia de su hijo pequeño, acabaron con la vida de Rosario Carrasco González, de 38 años, y vecina de El Arahal (Sevilla). El presunto asesino se entregó inmediatamente a la Guardia Civil.

Francisco Montero, de 42 años, trabajaba en el servicio de recogida de basuras de su pueblo. Los vecinos dicen que había dejado atrás el alcoholismo, pero la noche del lunes tomaba "alguna copilla" en el bar de enfrente de su casa. Allí lo vio su cuñado Antonio Carrasco, jugando a las cartas. "Había vuelto a beber. Su hermano y todo el mundo se lo dijeron mil veces, que dejara la bebida". Antonio Carrasco se fue a su casa y dejó a su cuñado en el bar. "A la una y pico me llamaron a mi casa y me dijeron que me levantara, que en casa de mi hermana había pasado algo gordo". Cuando llegó al domicilio se encontró con la Guardia Civil, la Policía Local y los servicios médicos. No le dejaron pasar. Ayer por la tarde velaba el cadáver de su hermana en el cementerio municipal. Todavía no había podido verla. Antonio Carrasco, uno de los 10 hermanos que tenía la víctima, todavía no se explica lo sucedido. "Ellos tenían sus más y sus menos, no como todo el mundo, pero sí como algunos matrimonios. Pero no era para llegar a esto". Los vecinos de Rosario Carrasco dicen que tampoco se esperaban este trágico desenlace. Les sorprendieron los gritos al poco de entrar en la casa para dormir. "Los hijos [de entre 12 y 18 años] gritaban "omá, omá, la ha matado, la ha matado". Cuando llegamos ya estaba muerta", comenta la vecina que vive junto a la casa en la que sucedieron los hechos. Ésta dice que el presunto asesino no había bebido esa noche y está convencida de que fue él quien la mató. Francisco Montero se entregó, en efecto, a la Guardia Civil al poco de matar a su mujer, pero algunos vecinos piensan que pudo haberse asestado las puñaladas ella misma. Ella también era alcohólica. Antonio Carrasco no cree esta versión del suicidio, pero sí recuerda que su hermana en alguna ocasión "tomó pastillas". El marido de la víctima permaneció durante todo el día de ayer en las dependencias de la Policía Local de Marchena (Sevilla). La madre lloraba en el pasillo por la mañana pero no le dejaron ver a su hijo. Una llamada a la policía dejó claro que se cortaban las visitas. Francisco Montero pidió papel higiénico y tabaco en varias ocasiones pero no probó las croquetas ni la tortilla que le llevaron para comer. A pesar de ello, por la tarde vomitó. Ayer, al cierre de esta edición, aún no había declarado ante el juez. Rosario Carrasco fue enterrada en el cementerio del Arahal después de que le fuera practicada la autopsia. Al entierro, celebrado pasadas las cinco de la tarde, asistieron vecinos, familiares y el hijo mayor del matrimonio.

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