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Bahamontes: "Cuando se abusa te vas a criar malvas"

"El truco mío, sólo para los últimos 50 kilómetros, eran dos cafés, media copa de coñac, 'colastier', que no daba positivo, y Agua del Carmen'.

Es una leyenda viva del deporte español, y un ejemplo de que el deporte de élite también puede ser asumido aparentemente sin las secuelas que han afectado a tantos colegas de su generación o posteriores. Federico Martín Bahamontes ha cumplido los 70 años y sólo tiene problemas de gota, porque reconoce haber abusado de la carne roja, que le gusta mucho. Once Tours, uno ganado, el de 1959, rey de la montaña aburriendo a sus rivales, 19 años corriendo en bicicleta y 10 veces en total en el podio de la ahora polémica primera carrera en el mundo del ciclismo. El Águila de Toledo es una referencia para la memoria histórica de las hazañas en el duro deporte de las dos ruedas."Hay que empezar a podar por abajo, hay hierba podrida", empieza diciendo antes de que se planteen las facturas que puede pasar el deporte de alta competición. "¿Cómo es posible?", dice, "que un masajista cobre 12 millones de fichaje, lomismo que si fuera una estrella? Claro, como es uno que carga bien, se lo disputan los equipos".

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Fede no se muerde la lengua, aunque se guarda los nombres, y recuerda su época para justificar que la dureza del ciclismo se puede asimilar si no se cometen excesos: "El dinero y los éxitos son muy bonitos, pero cuando se abusa de todas las cosas el precio es que te vas a criar malvas. Hay muchos por ahí. Y mira Fuente, o López Carril".

"Yo he hecho incluso etapas más largas que las de ahora, una de 355 kilómetros, el último día, hasta París. Pero si vas a pan y agua aguantas y recuperas. Puedes tener un pajarón, pero si es sólo de hambre te recuperas, como le pasó a Ullrich en la primera etapa de los Alpes. No pudo comer, porque salió a muchos ataques, y lo pagó. Pero al día siguiente mira cómo se recuperó".

Bahamontes, es verdad, tuvo muchas pájaras y se le llegó a catalogar de anárquico o irregular. Quizá es que era de los pocos naturales. Dice que tuvo el dopaje a su alrededor siempre, pero tenía su método, un carajillo: "Yo, cuando me daban cosas, no las cogía. Veía que la gente tomaba simpatinas y esteraminas, el maxitón menos, porque era más flojo y no lo querían. Mi truco para los últimos 50 kilómetros era un bidón con dos cafés, media copa de coñac, Cola Astier, que no daba positivo (una variante de cola) y Agua del Carmen. Con eso tenía excitación suficiente, porque yo soy muy nervioso. Ahora llevo muchísimo tiempo sin tomar café ni Coca Cola".

El Águila de Toledo tiene fama de hablar por los codos y en el mundo del ciclismo se le tiene como un personaje muy particular. Pero hay frases innegables: "Una vez Coppi vino a España y me dijo: "Si tú hicieses la general además de la montaña, ganabas las dos". Pero ¿cómo iba a hacer nada, si yo he llegado a terminar el Tour sólo con Otaño y Campillo? Si hubiese tenido equipo como Induráin otra cosa hubiera sido".

Y vuelve a las barbaridades que vivió cerca en el dopaje: "El masajista que tenía Simpson cuando murió en el Mont Ventoux era un catalán que estaba expulsado de España. Con el calor que hacía no fue extraño. Como les pasó a Raúl Motos y a Polo en Portugal. ¿Por qué Fede andaba cuando hacía calor? Porque era peligroso y entonces la gente no podía tomar cosas".

Bahamontes defiende continuamente que el ciclismo puede ser humano si se hace con las propias fuerzas: "Yo llegué a estar ocho días escapado en 1956". Y se vuelve a lamentar: "Si hubiera tenido equipo..." El ganador del Tour hizo su última exhibición hace poco en una celebración. Fernando Escartín se tuvo que ir a dormir mientras Bahamontes bailaba sin parar a las tantas de la noche. "Es que tienes una marcha", le dijo el corredor aragonés del Kelme.

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