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BALONCESTO MUNDIAL DE ATENAS

Los triples acaban con la exhibición de España

El equipo de Lolo Sainz manda durante 39 minutos ante Estados Unidos, pero acaba sufriendo su primera derrota

Robert Álvarez

El mejor partido de España acabó en derrota. La selección manchó su balance numérico -hasta ayer había ganado todos sus partidos-, pero dignificó su juego y se dio argumentos a sí misma de hasta dónde puede llegar cuando es capaz de mantener unas constantes apropiadas. No pudo exprimir la selección su partido más completo. Pero ninguno lo había jugado tan bien como ayer. Así es el baloncesto. Los triples se convirtieron en el arma mortífera con la que los americanos fueron rescatando un partido que el grupo español les estuvo amargando durante 39 minutos. Pero triple a triple, hasta ocho en la segunda mitad, 11 en total, la ventaja española, que había llegado a ser de 12 puntos (28-40), se fue esfumando. Hasta prácticamente el último minuto no se puso por delante Estados Unidos (72-71). Y aún así, Nacho Rodríguez tuvo la posibilidad de darle el triunfo a España en un triple que falló, y cuyo rebote palmeó Paraíso en un último error que tampoco permitió siquiera forzar la prórroga. Una derrota cruel -más aún después de tres decisiones arbitrales que perjudicaron a España en los instantes finales-, para un partido en el que se revolucionó por cien el juego exhibido hasta ahora por los españoles.Los triples encajados no son la única explicación para la derrota española. Su ataque acabó dependiendo hasta la extenuación de un Herreros inspiradísimo. No tuvo otros recursos España en el último tramo. Pero aún así fue interesante observar la grandiosa respuesta del alero franquicia de la selección. Herreros no rehuyó el peso de la responsabilidad con un porcentaje de acierto notabilísimo. Ello ante un equipo como el de Estados Unidos, muy alejado del mejor que puede hacer incluso sin contar con los jugadores de la NBA, pero siempre con recursos, con una apreciable calidad innata en todos y cada uno de sus hombres, resulta importante de cara al crucial partido de cuartos de final.

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La primera parte fue de ensueño. Casi todo le salió al equipo español. Y casi todo fue mucho más que casi siempre. Porque España, en un claro signo del estado pletórico al que ha llegado después de su pleno de victorias, miró el partido desde todos los ángulos posibles. Defendió de todas las formas imaginables, en zona 2-3, en zona 1-3-1, en individual, insistiendo en los dos contra uno centrados especialmente sobre el base estadounidense Hawkins... Y en ataque mantuvo sus constantes, pero corregidos y aumentados sus porcentajes de acierto, abismalmente mejores respecto a partidos anteriores.

Ya fue todo un aviso del descaro con el que marcó el paso España al inaugurar el marcador con un triple de Herreros que iba a tener continuidad con dos más de Paraíso. Los estadounidenses, con propensión a lanzar y sin apenas jugadores capaces de penetrar para romper la defensa española, se hicieron un lío tal que se pasaron más de medio partido con la lengua fuera. Tuvieron incluso que recurrir a una presión por toda la pista en varias fases intermedias del encuentro.

En la segunda parte, el equipo español se fue encogiendo. Oliver anotó el cuarto triple de su cuenta y apretó el marcador (46-48). España no conseguía alimentar su cuenta. Herreros se iba quedando solo, a pesar del comportamiento sobresaliente de De Miguel bajo los aros. Estados Unidos iba estrechando el cerco, acelerando el juego de tal forma que la defensa española acabó a merced de los triples de Alexis y Oliver. La ventaja se iba convirtiendo en nada. Llegó el empate a 69 puntos a dos minutos del final y acabó por mantenerse la tradicional superioridad estadounidense: sólo un triunfo español -en el Mundial de 1982 en Colombia- en 13 encuentros oficiales. No debería importar. España encontró ayer más resortes y confianza en su juego que en los cuatro partidos anteriores. Un buen alimento de cara al decisivo cruce de cuartos de final.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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