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Tribuna
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Pasen y vean: Le Tour

"Le Tour c"est fini". El Tour ha muerto. ¡Viva el Tour! ¡Viva la justicia francesa, nuestra aliada, nuestra salvadora, la única capaz de nadar por esos densos lodos de escoria, la única capaz de bucear en estas fétidas aguas, la única capaz de meter la mano en estos apestosos cenagales! ¡Y viva el juez Patrick Keil (mi particular David)! Él solito contra Goliat, contra el Tour ¡Qué valentía! Antes, admiraba a los ciclistas, pero ahora le admiro a él.La revolución francesa cambió la historia de Europa, pero muchos no llegaron a ser testigos del cambio. Y así esta particular "revolución a la francesa" cambiará el ciclismo, sin duda, pero dejará más de un cádaver en la cuneta. De momento ya ha alterado y devaluado el intocable Tour, que no es poco. El Tour nos ha defraudado, y tú no tienes nada que ver, Pantani.

El Tour, el hábil Tour que nos ha deleitado con sus más complicados equilibrismos. Habéis llegado a París, sí, pero a costa de nuestra dignidad, que es como el cariño verdadero: ni se compra, ni se vende. ¿Recuerdan la célebre tautología de Bahamontes: el Tour es el Tour? Pues bien: para mí, este año el Tour no es el Tour, no es ni siquiera una caricatura de sí mismo.

¿A quién tengo que agradecer que esto haya terminado? El vicio y la rutina de plantarme ante el televisor a media tarde se había convertido en un sufrimiento casi agónico.

Cada corredor de este patético pelotón tendrá sus razones para seguir allí (o sus órdenes); muchos estarán entre la espada y la pared, lo sé; pero otros han hecho gala de una hipocreía digna de admirar en unos personajes tan públicos como ellos. Hay uno a quien quiero darle la enhorabuena por el camino labrado: tu curriculum es impecable, y tu hoja de servicios está a rebosar, así que ahora, a esperar, que todo llegará... Pero no estaría mal que le echaras un vistazo al diccionario, por la letra S en concreto, porque hay una palabra que no conoces que habla de adhesión a la causa de los demás, que quizás te convenga conocer. Por cierto, se la lees luego a tus compañeros del Casino ¿vale? Gracias, campeón.

Francia, y sus manoseados lemas de la revolución: libertad: bochornoso el espectáculo de ver a deportistas de élite, ayer admirados, y anteayer héroes nacionales, privados de ella.

Igualdad: sobre todo en el trato del mundo ciclista con el submundo del narcotráfico marginal.

Fraternidad: el famoso "todos somos hermanos" que ha reinado estos días en el pelotón.

Y al otro lado de los Pirineos los reaccionarios, los insolidarios, los que no hacen grande el Tour.

Ya sabemos que esto es un circo, pero nosotros no somos los monos, dijo el otro día Jalabert, haciendo una metáfora de un sentimiento generalizado en el pelotón (al menos, en el español).

Pero resulta que dentro del circo hay un tiovivo, lleno a más no poder, en el que todo es alegría y diversión. Pero un día empieza a coger velocidad, y comienza a girar rápido, muy rápido, demasiado rápido. Y algunas sonrisas se tornan en expresiones de sorpresa primero, de miedo luego, y de pánico después. ¡Terror! ¡Alguien tiene que pararlo! ¡Que alguien para esto!, gritan muchos. Los más débiles empiezan a salir despedidos. Y al feriante, nervioso y asustado, no se le ocurre otra cosa que echarle el tranco a la atracción. ¡Oh Dios! ¡Qué masacre! Pocos supervivientes; ¿el tiovivo?, bien gracias; pero sorprendentemente la mayoría de ellos sonríen, y hay uno, allá al fondo, que no puede parar de reir. ¿Por qué?, le preguntan. Porque me he colado, no tenía billete, responde entre carcajadas.

Pedro Horrillo, ciclista del Seguros Vitalicio.

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