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TOUR 98

Ullrich cumple y Pantani defiende su suerte

Los tres primeros de la general consiguieron las tres primeras posiciones en la contrarreloj final

Luis Gómez

No fue una casualidad que los tres primeros de la contrarreloj final fueran los tres habitantes del podio. No fue un espejismo que Pantani firmara su mejor crono en un Tour de Francia y que salvara sin aparente dificultad el compromiso: el triunfo le pertenecía desde que arrancó sin miedo en el Galibier. Habrá que recordar que ganó una etapa de este tipo en el Giro, prueba evidente de que, en el último momento, no cuentan tanto las diferencias en la técnica como las reservas de energía que le queden a cada cual después de algo más de 3.500 kilómetros en las piernas. Pantani estaba entero y conservaba una diferencia harto suficiente. Con eso bastaba para no temer una sorpresa. No la hubo, tampoco, porque no estaba en el ánimo de nadie contradecir los hechos. La propia actuación de Ullrich, que apenas alcanzó los 49 kilómetros a la hora en un recorrido idóneo para un especialista, demuestra que se trataba de tramitar el expediente. Ullrich consiguió con facilidad el objetivo que perseguía (y que también le pertenecía en justicia): rebasar a Julich y terminar segundo en la general. No es despreciable su palmarés: tres años en el Tour, un primer puesto y dos segundos. Es evidente que se seguirá hablando de Ullrich.Tres hombres disputaron la contrarreloj de ayer. Ningún otro quiso involucrarse en la tarea. Fue una jornada rutinaria, presidida por la falta de interés. Estaba firmado que Ullrich se apuntaría su quinto triunfo de etapa en un Tour, que Julich perdería su segundo puesto y, naturalmente, que Pantani conservaría su liderato.

Quien haya hecho algunas cuentas no entenderá cómo es posible que un hombre que llegó a perder 43 segundos respecto al alemán en los casi seis kilómetros disputados hace tres semanas en el prólogo de Dublín, sea el mismo que ayer quedara a 2.35 de Ullrich sobre 52 kilómetros. Cómo un corredor capaz de perder casi ocho segundos por kilómetro sobre Ullrich es capaz de mantenerse a casi tres segundos de pérdida por kilómetro ayer. Los números no son exactos, no representan aspectos cualitativos de la carrera, diferencias que no son susceptibles de medida. Así, la diferencia entre el Pantani de hace tres semanas y el Pantani de ayer era la distancia entre estar en forma y no estarlo. ¿Cómo ponerlo en una balanza? Era la diferencia entre estar motivado y no estarlo. ¿Cómo lo determinamos? Era el abismo entre tener la cabeza en la carrera y no tenerla. ¿Con qué utensilio calculamos ambos factores? Posiblemente, el mismo Pantani era la diferencia: antes, un ciclista que venía a darse una vuelta por el Tour tras un periodo de descanso; antes, un ciclista que trataba de disfrutar de su primer gran éxito. Y, luego, el otro Pantani, el verdadero Pirata, el hombre que ha rebasado una indefinida frontera interior, el atleta que se siente campeón, que comprende que ha llegado el momento en el que el cuerpo responde a su ambición.

Pantani se ha defendido correctamente en una contrarreloj cuando lo ha necesitado. Lo hizo en el Giro y, por dos veces, en este Tour. Nunca competirá por estar entre los mejores especialistas, pero posiblemente haya dejado ya de ser un corredor marginal y torpe en esta especialidad. Clase tiene, experiencia también. Ahora dispone de seguridad en sí mismo. Se conoce mucho mejor. Es capaz de manejar su voluntad. Sabe, por fín, que es un ganador.

Cualquier otra consideración sobra. La transformación se ha efectuado. Pantani defenderá su suerte cuando lo necesite. Ullrich sabrá que no puede estimar en el futuro las enormes diferencias que ahora calculaba con relación al italiano. Ambos saben lo que es ganar el Tour, cómo se pueden manejar los tiempos, cómo no se pueden cometer determinados errores (todos los que cometió a un tiempo Ullrich la tarde oscura del Galibier) y cuáles son los caminos de la victoria para una competición tan extremadamente sensible como es el Tour de Francia: hay que sobrevivir a 22 días de competición sólo interrumpidas por una jornada de descanso, a más de 90 horas sobre la bicicleta, a 22 noches para intentar conciliar el sueño, a miles de curvas para intentar evitar la caída; al sol, al frío, a la lluvia torrencial, al calor asfixiante... Sobrevivir y ser el mejor.

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