Las zonas reservadas, la familia y la vanidad
¿Qué hacen estos abogados en sus supuestos días de descanso? Las respuestas son dispares y, como ocurre con cualquier humano, reflejan su forma de ser y de estar. "Procuro mantener zonas reservadas", explica Juan Córdoba con la parquedad que le caracteriza. ¿Y qué mas? "Escribir sobre derecho, que es lo que me gusta". Lo último que ha publicado han sido tres tomos dedicados a comentar el nuevo Código Penal. También pasa muchos fines de semana preparando juicios. "Muchas veces despacho de lunes a viernes y trabajo el sábado y el domingo". La pasión personal de Zegrí ha sido siempre la familia, y más desde que, al cuarto intento, llegó la niña. Mucho antes de vestir la toga y al inicio de la transición, recorrió España en camioneta con el grupo Comediants, representando Non plus plis y Catacroc. "Lo dejé porque era una vida muy sacrificada". Ahora, además, es profesor de oratoria, muy probablemente el único de España, en la Escuela de Prácticas Jurídicas de Barcelona. "Lo que más me atrae es el juicio oral, porque es un acto de persuasión. De ahí la importancia de que los abogados sepan hablar bien y la necesidad de que fuese una materia obligatoria en la facultad", afirma. Francesc Jufresa no tiene reparos en afirmar: "Soy muy mal amigo y muy mal padre, y debería arreglarlo, porque mi vocación es tal que me causa problemas". Y va más allá. "Mi vanidad no pasa por el dinero, sino por el hecho de que me felicite un juez al acabar un juicio, por conseguir una sentencia absolutoria o por que digan que soy un buen abogado". ¿Y los clientes? "El penalista no tiene clientes, sólo asuntos", sentencia.
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