La caída de un sindicalista "limpio"
El sindicato de camioneros de EE UU echa por corrupto al presidente que se jactaba de haber acabado con la Mafia
, Es posible que ningún líder político o sindical haya presumido tanto de su integridad y honradez como lo ha hecho en las últimas décadas Ron Carey, el presidente del sindicato Teamsters de Estados Unidos. Carey ha sido expulsado del cargo acusado de corrupción.Sobre la espalda de los sindicatos estadounidenses existe una larga tradición de episodios en los que se mezclan contactos con la Mafia, desviación de fondos, mercadeos prohibidos con la clase política y algún que otro enriquecimiento de sus líderes a costa de los trabajadores.
Los Teamsters, el nombre del sindicato al que están afiliados 1,4 millones de trabajadores, apoyaron la candidatura de Carey contra la de James P. Hoffa -hijo del histórico líder sindical- sólo porque el primero había prometido una reforma suficientemente profunda como para arrancar por completo las raíces de la corrupción, que tan mala fama procuraban a esta organización. Sin embargo, Carey montó o permitió un entramado financiero que desvió fondos del sindicato para la compra de votos, con los que conseguir la victoria de su candidatura.
Tan complicados eran los engranajes de esa máquina de corrupción que la comisión que ha ordenado la destitución de Carey reconoce que es imposible demostrar si fue él quien construyó la red. Por eso su expulsión no se consuma por su participación directa en los hechos, sino por no haber sabido detectarlos o quizá por haberlos permitido apartando su mirada de aquello que no quería ver.
"Carey tenía la obligación de supervisar aquellas transacciones financieras que fueran extrañas y, desde luego, no lo hizo", afirma textualmente la resolución de una comisión designada a raíz de un acuerdo entre los sindicatos y el Departamento de Justicia, con el único objetivo de aplicar normas de limpieza a unas organizaciones sindicales que en EE UU tienen mala fama. Aquel acuerdo llegó precisamente a cambio de que la justicia de EEUU anulase una investigación contra el sindicato, basada en la sospecha de que sus dirigentes habían llegado en 1989 a un "pacto con el diablo", encarnado en la Mafia.
Al menos 120 millones de pesetas "desaparecieron" de las cajas del sindicato y fueron a parar a lugares y bolsillos que podían beneficiar la reelección de Carey al frente de los Teamsters en las elecciones de 1996. Carey ya estaba siendo investigado cuando logró una imagen de moderación y honestidad durante la huelga de los trabajadores del gigante de la mensajería UPS, en agosto del año pasado. Años antes, cuando fue elegido presidente del sindicato Teamsters, en 1991, su perfil le hizo merecer un apodo del que él mismo presumía: Mister Limpio.
En el texto de la comisión investigadora, formada por tres miembros independientes elegidos por acuerdo entre los sindicatos y el Departamento de Justicia, figura el voto particular de uno de ellos, el juez Frederik B. Lacey. Ese magistrado quiso que quedara constancia de que él, a diferencia de sus dos compañeros de comisión, sí está convencido de que fue Carey el que montó todo el entramado para desviar 750.000 dólares a la financiación ilegal de su candidatura. Los otros dos miembros de la comisión, un abogado y un antiguo responsable del FBI y de la CIA, también dejaron caer en el texto que a menudo pensaban que Carey mentía cuando era llamado a declarar, pero reconocían su incapacidad para demostrarlo.
Con Carey fuera del sindicato, el legendario apellido Hoffa cuenta con más probabilidades que cualquier otro de llegar a la dirección de los Teamsters en unas elecciones convocadas de forma precipitada para el próximo octubre. Hoffa, hijo del antiguo líder y abogado especializado en derecho laboral, afirma en un comunicado escueto pero contundente que la decisión de expulsar a Carey de la dirección de la organización -con carácter vitalicio- constituye un "pequeño paso hacia un liderazgo del sindicato honesto, competente y democrático".
Al caso Carey le falta todavía su final en la justicia ordinaria, que si se atiene a los precedentes llevaría al sindicalista entre rejas. Tres de los cuatro últimos dirigentes del sindicato Teamsters -incluyendo al padre de Hoffa, Jimmy- terminaron en la cárcel. El cuarto murió cuando iba a seguir ese mismo camino.
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