La selección española se resitúa en el mapa
La selección española afronta el Mundial sin saber muy bien a qué altura se sitúa su listón. No estuvo en los últimos Juegos Olímpicos, al no haber obtenido la clasificación en el Eurobasket que se disputó hace tres años también en la capital griega, y su sexto puesto de entonces y el quinto en la edición del año pasado en Barcelona la han sumido en una posición insatisfactoria.
Jugador a jugador, Lolo Sainz cuenta con un equipo capacitado para vérselas en pie de igualdad con cualquiera. El problema es que son contados los españoles que hayan corroborado su cotización, especialmente esta última temporada. En ese sentido, la selección es tan rara como lo fue la Liga. No cuenta Sainz con ninguno de los protagonistas de la final del campeonato: entre el Tau y el TDK, sólo dos españoles eran titulares: Creus, a sus 42 años, y Capdevila, junto a Romero, descartado por Sainz para el viaje a Atenas. Y de cuantos están en el combinado, son precisamente algunos de los jugadores clave los que no han exhibido en sus equipos un rendimiento como para tirar cohetes, léase un Dueñas atormentado por las lesiones en el Barça o un Herreros que no salvó del desastre al Madrid.
Sainz se ampara en los resultados obtenidos por España en los torneos anteriores para demandar más vigor y ambición, y es en este contexto que se inscribe la decisión de prescindir de cinco jugadores que estuvieron en el Eurobasket de Barcelona: los hermanos Jofresa, Ferran, Esteller y Mike Smith. Pero la savia nueva -Carlos Jiménez, De la Fuente, De Miguel, Paraíso, ya con 27 años, y Rodilla- necesita dar un golpe de efecto a la mayor brevedad para devolver al baloncesto español los éxitos y la autoconfianza que han volado en la última década.
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