Jiménez abandona y deja al Banesto con seis
Meta de Albertville. 300 metros pasada la línea en la que Pantani ha cedido, gentil y hábilmente, el paso a Ullrich está aparcado el autobús del Banesto. A pie de puerta está José Miguel Echávarri. Han pasado 10 minutos desde que pasaron los primeros cuando llega Beltrán. El jiennense es el líder del equipo. Va 13º en la general y sueña con lograr un hueco entre los 10 primeros. Rápidamente, Echávarri le interroga. "¿Quién ha llegado contigo en el grupo?". Beltrán ha llegado el 17º, en un grupo con Di Grande, Nardello, Casero, Meier y Massi, entre otros, a 4.22m de Ullrich. Mala suerte. Han llegado a 2.33m de otro grupo en el que iban Robin, Riis y Piepoli. Beltrán ha perdido una plaza en la general: ha sobrepasado a un Leblanc agotado, pero le han adelantado Robin y Piepoli, y siente cerca el aliento de Riis.Estas son las preocupaciones del Banesto tras la retirada de Olano. Tantos años acostumbrados a tener un hombre luchando por la victoria final (y consiguiéndola: seis Tours en 10 años)... Suena a poco. Eso, Beltrán y el sueño de que alguno de sus grandes hombres de equipo (Txente, Orlando, Solaun) sigan cogiendo la escapada buena y puedan ganar una etapa. ¿Y Jiménez? "Jiménez está en el autobús", responde Echávarri. El Chaba se ha bajado de la bicicleta. Es el tercer abandono en el equipo después de los de Olano y Arrieta, caídos en el Aubisque. ¿Qué le pasa? ¿No se ha recuperado del frío del Galibier? Silencio. La cabeza de Jiménez.
Día de descanso, el día siguiente de su espectacular desfallecimiento en el Plateau de Beille, el ciclista de El Barraco ya estaba al borde de la retirada. "¿Pero qué te pasa?". "Nada. Soy un ciclista de impulsos y cuando siento que todo está bien voy muy bien, pero si me siento mal...". "Es la cabeza. La tengo en otra parte. No estoy a gusto". Han pasado unos días. Jiménez ha vuelto a perder tiempo en una etapa llana, pero en la siguiente ha recuperado la moral. Pantani le ha dicho que cuenta con él para la operación bucanero, para destronar a Ullrich en el Galibier. Aparece el día siguiente en la salida con la gorra al revés. "Es señal de que se ha levantado guerrero", se cuchichea a su alrededor. Y gallito. "¿Qué, ya tienes la cabeza en su sitio?". "La cabeza, siempre la he tenido bien, qué manía os ha entrado de que no funciono a veces por la cabeza. Son las piernas las que van o no". "Nada, es como Curro Romero, o espantá o faena sublime", siguen cuchicheando.
Aquel día, el lunes, parece Curro Romero. Ataca en el Galibier. Pantani le alcanza cerca de la cima. La operación bucanero. Que tiemble Ullrich. Tiembla Ullrich, pero también Jiménez. De frío. "Agoté todas mis fuerzas siguiendo a Pantani al final del Galibier y me dio un ataque de frío". Bajando, le tiemblan tanto las manos que no puede abrocharse el chubasquero. No piensa en parar en la cuneta y ponérselo bien, como hizo Pantani. Llega medio muerto, a meta. "Lo hice por la afición", dice. Su argumento siempre: es el favorito de la afición.
En el autobús, tras su abandono, Unzue habla con él. "La afición también se cansa, Chaba". La afición quiere a Curro Romero, no a Jesulín de Ubrique.
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