Washington aprueba una drástica reforma de la agencia tributaria
Los contribuyentes norteamericanos están de enhorabuena. A partir de este momento, y en virtud de una ley que acaba de firmar el presidente Bill Clinton, el Internal Revenue Service (IRS), equivalente de la Agencia Tributaria española, dejará de tratarles como presuntos defraudadores de Hacienda e, incluso, colaborará con ellos para cumplir sus deberes fiscales. La ley, aprobada por las dos Cámaras del Congreso, supone la reorganización fiscal más drástica desde la II Guerra Mundial.
Una vez más, Clinton, que en principio se oponía a la medida legislativa por temor a una reducción de la recaudación fiscal, ha acabado por subirse al carro de la reforma ante el clamor nacional a favor de una reorganización del IRS.Los debates sobre la reforma de la agencia tributaria se iniciaron el pasado otoño en el Senado de Washington, después de varias denuncias sobre las arbitrariedades o exceso de celo cometidos por los funcionarios del IRS, sin duda la agencia federal menos popular en este país. Los debates pusieron de manifiesto la insatisfacción e, incluso, irritación del ciudadano medio por la actuación de los inspectores fiscales.
Pronto se vio que las arbitrariedades no podrían ser corregidas con medidas administrativas, y los legisladores de ambos partidos se unieron para producir un proyecto de ley destinado a proteger los derechos del ciudadano al tiempo que se proponía la reorganización total de la agencia tributaria.
La nueva ley incluye 70 nuevas medidas de protección a los derechos del contribuyente. Quizá la más revolucionaria sea la que invierte la carga de la prueba en cualquier juicio por reclamación de impuestos. Hasta ahora, el contribuyente era la víctima propiciatoria en el juicio al tener que presentar las pruebas de su inocencia. A partir de este momento, la carga de la prueba corresponde a la agencia tributaria, que será la encargada de presentar la bondad de su causa.
Evitar el exceso de celo
Otra medida interesante de reseñar hace referencia a la actuación general de los inspectores con relación al contribuyente. Hasta ahora, su valoración se medía por los expedientes que levantaban y las multas que imponían. La ley exige a los funcionarios del IRS que su actuación esté dictada exclusivamente a partir de este momento en la misión general de la agencia tributaria, tratando de evitar ese exceso de celo, causa de las muchas irregularidades detectadas en su actuación.La reorganización indica igualmente el nombramiento de una comisión de notables para supervisar la actuación de la agencia tributaria, que hasta ahora dependía exclusivamente de la Secretaría del Tesoro. De esos nueve notables, sólo tres serán miembros de la Administración federal. La ley protege igualmente a las parejas separadas o divorciadas, con el fin de evitar que uno de los esposos tenga que hacer frente, tras la separación o divorcio, al pago de atrasos en que la otra parte pudiera haber incurrido.
En la cuestión de pagos a la Hacienda pública, la agencia tributaria ha sido siempre muy flexible. Lo importante para el fisco norteamericano es cobrar, y el contribuyente escoge la modalidad de pago. A partir de ahora, si un contribuyente escoge el pago aplazado y falla en uno de los plazos, el interés que debe pagar se reduce a la mitad, de un 0,50% de la cantidad adeudada al 0,25%.
La ley prevé también la creación del abogado del contribuyente, que sustituirá con mayores poderes al existente ombudsman, que dependía jerárquicamente del director de la agencia tributaria. El nuevo abogado del contribuyente será nombrado directamente por el secretario del Tesoro y su designación no podrá recaer en ninguna persona que haya trabajado para la agencia tributaria en los pasados dos años.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.