De nuevo la boda

A propósito de la boda de un funcionario de élite en su centro de trabajo -el colegio Mayor Maese Rodrigo, de Mairena del Aljarafe- le sugiero al profesor González Ferrín que repase en el diccionario el significado de las palabras decoro y educación, ya que el mencionado sostiene, en un carta del pasado día 16, que Ángel Fernández carece de ambas virtudes por denunciar en este mismo espacio el abuso de un trabajador público que celebró tan ricamente sus esponsales en el centro universitario del que es subdirector, y que estimó oportuno iniciar las manifestaciones de alegría (vulgo, juerga, aunque le moleste al profesor) a las 2.30 de la madrugada. Y a un volumen digno de hacer brincar en la cama a los dormilones más marmolillos, no partícipes, como se ha de comprender, de tan profusa explosión de júbilo. Hago esta recomendación al profesor González Ferrín por si, tras la consulta, conviene, como yo, en que ha errado respecto a la dirección de sus dardos y que es el recién desposado y, no el vecino, el merecedor de sus críticas. Porque la educación está muy lejos de perturbar el descanso ajeno (vease las acepciones de cortesía y urbanidad), como no es tampoco precisamente decoroso utilizar privilegiadamente unas instalaciones públicas para fines particulares. Eso, por mucha gesta heroica con la que se le adorne -todos creemos que nuestro trabajo es merecedor de condecoraciones, pero el esfuerzo no da derecho a prebendas- se llama aprovecharse, es decir, usar indebidamente, extralimitarse, cometer una arbitrariedad, una incorrección; en fin, una impudicia y falta de elegancia. ¿Por qué no festejar la nupcias de la señora de la limpieza, el portero o el jardinero? ¿Tienen derecho a casarse en las dependencias de Hacienda los funcionarios que trabajan allí? ¿Y los de Correos? ¿O es que, quizás, se trata de una prerrogativa única del alto funcionario? Por último, estimado profesor, considero fuera de lugar la enumeración de las cualidades del Maese Rodrigo, que ni se discuten ni vienen al caso. !Ah!, los ruidos nocturnos y el disfrute privado de bienes públicos son, generalmente, ilegalidades. -