El Tour echa de menos la rutina

Este Tour ha nacido con problemas. Echa en falta la rutina de la primera semana, agobiado por la sombra del escándalo Festina. El Tour necesita que sus protagonistas tomen las posiciones de cabeza para tapar la mancha de la investigación policial que se cierne sobre ese equipo. El Tour necesitaba, por ejemplo, a Cipollini. Pero el italiano no sabe/no contesta. Cinco días han pasado y no ha presentado sus respetos. ¿Serán los rivales?, ¿será la edad que no perdona? El otrora implacable devorador de victorias en la primera semana está siendo un corredor desafortunado y falible. Venía con los antecedentes de costumbre en el Giro, pero extraña verle por los suelos en los coletazos del pelotón. Sus rivales se reparten el botín. Ayer fue el holandés Blijlevens, que tiene el sano hábito de ganar una etapa del Tour por año desde 1995. Con 27 años, suma cuatro victorias.Cipollini tiene 31 años. No parecía llegada la hora del declive, pero nada hacía suponer verle tan sensible a cualquier curva. Faltaba más de un kilómetro y la situación estaba de su parte. El pelotón lanzado, sus hombres en posición, el orden restablecido tras neutralizarse una escapada de más de 100 kilómetros. Era el territorio natural de caza para Cipollini. Pero éste dio con sus huesos en el suelo: el sprint se decidió entre quienes le siguen en el escalafón. Dio la sensación de ser un sprint menor, a pesar del esfuerzo de Blijlevens, Minali, Svorada y Moncassin. Fue extraño no verle a la hora en punto, pero es la sensación que preside el Tour. Tan raro como ver líder al australiano O"Grady (Gan). Tan raro como comprobar que Jalabert no ha querido meterse en la pelea, a la espera de la contrarreloj. El Tour ha nacido bajo la sombra de un escándalo que arreciaba al acabar la etapa, cuando la policía desviaba el coche del Festina y a su director, Bruno Roussel, para llevarlo a la comisaría. El Tour queda en un segundo plano. Como Cipollini.