Medio centenar de infecciones nuevas amenazan a la sociedad de finales de siglo
El turismo y las poblaciones desplazadas expanden las plagas a países antes incólumes
Al menos medio centenar de nuevas plagas desafían a la humanidad, y el primer mundo no se libra de ellas, puesto que son enfermedades que viajan incluso en avión, como la malaria. 17,3 millones de personas murieron el pasado año por ese tipo de infecciones. Un virus desconocido siembra la muerte desde hace meses entre los niños de Taiwán. El dengue aparece en países que nunca se habían visto afectados. 50 millones de turistas se desplazan cada año al trópico, con el consiguiente riesgo. En España ya hay quien pide un registro de enfermedades importadas.
El sida es el paradigma de la delantera que sigue tomando la naturaleza a la sociedad tecnológica. Pero no es la única infección que se resiste a la ciencia. Virus, bacterias, parásitos, hongos y nuevas formas como los priones, surgen cada año en forma de brotes, produciendo manifestaciones totalmente desconocidas para los médicos. Las de origen bacteriano, en teoría más fáciles de combatir porque existen los antibióticos, ven amenazada su curación ante la aparición de cepas resistentes.Con todo, la lucha sin cuartel se libra contra los virus. La única infección viral que la organización Mundial de la Salud (OMS) considera erradicada es la viruela. Y he aquí que está apareciendo una nueva variante que amenaza algunas regiones de África. "Los virus son entidades efímeras y cambiantes que corresponden a un consenso estadístico de una población en constante flujo", indica Álvaro Lozano, jefe del servicio de Orientación Diagnóstica del Centro Nacional de Microbiología (Instituto de Salud Carlos III).
El hombre, las nuevas formas de vida y los cambios ecológicos, tienen mucho que ver con la aparición de nuevos agresores o de su presencia en regiones no habituales. Cómo puede explicarse, por ejemplo, la presencia en 17 Estados de EEUU de un mosquito, el aedes albopictus, con alta capacidad transmisora de enfermedades en países asiáticos: las hembras del mosquito pusieron sus huevos en los cargamentos de cubiertas de coche, con agua de lluvia remansada, que viajaban en mercantes desde Asia hacia Norteamérica.
Existen también factores demográficos, grandes movimientos de poblaciones desplazadas por culpa de las guerras, que entran en cadenas de infección hasta ese momento desconocidas. Y quienes aún piensan que las nuevas plagas no rozan al llamado primer mundo olvidan el turismo, con su capacidad de importar infecciones propias de lugares exóticos. Este año la prensa publicó el caso de una mujer italiana que nunca había salido de su localidad, una zona pantanosa, y contrajo la malaria. Al parecer, un último reducto de mosquitos anópheles picó a un residente de origen indio infectado y posteriormente a la citada mujer transmitiéndole la enfermedad.
Los expertos prefieren utilizar el término emergentes para hablar de enfermedades nuevas, algunas totalmente desconocidas como el sida. Pero también otras que, aun produciendo focos controlados a lo largo de la historia, estallan con mayor virulencia en una región determinada por culpa de nuevas cepas: es el caso del dengue. En su forma tradicional no comprometía la vida y en sus nuevas manifestaciones como dengue hemorrágico en regiones de América del sur está causando gran mortalidad.
Un tercer grupo lo constituyen aquellas infecciones típicas de una región que aparecen en otra como los casos citados de Estados Unidos, o una de las cepas del vírus Ébola. El cuarto incluye enfermedades que sólo afectaban a especies animales y por circunstancias desconocidas empiezan a infectar al ser humano. Un ejemplo muy reciente es la gripe del pollo que causó varias muertes en Hong Kong.
El llamado mal de las vacas locas y su relación con una nueva variante de encefalitis en las personas ha revolucionado a los científicos y epidemiólogos, si bien aún no está totalmente demostrado el salto entre especies. Muy probablemente el origen del Ébola y del sida está también en los animales.
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