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LA DIMISIÓN DEL PORTAVOZ DEL GOBIERNO

Abrasado por sus propios focos

Ha sido una de las decisiones políticas más importantes de cuantas podía haber tomado José María Aznar. Y más dolorosas para él desde el punto de vista personal. Ha dejado caer a su más fiel colaborador, al que le rendía una lealtad más incondicional, al que ha tenido más cerca en los últimos 11 años. Y al que más problemas ha llegado a crearle por su capacidad para hacer declaraciones poco inteligentes, provocar agravios en vez de suturar heridas, incurrir en imprudencias en vez de aportar sosiego y, en definitiva, por avergonzar a una opinión pública que veía así degrada la representación del Gobierno de España.Su dimisión, siendo la de un secretario de Estado, es más relevante desde el punto de vista político de lo que lo hubiera sido la de la mayoría de los ministros. Porque con ella, Aznar, un político de personalidad reservada, prescinde de una de las personas en las que más confianza personal ha depositado, y que más le ha ayudado, desde que empezó a abrirse paso en la política como presidente de Castilla y León, en 1987. Miguel Ángel Rodríguez (MAR) le apoyó para que ganara aquellas elecciones autonómicas, le sirvió después como portavoz del gobierno autonómico, dejó a su familia en Valladolid para acompañarle en Madrid como candidato a la presidencia del Gobierno y le asesoró con perspicacia para que modernizara y centrara a una derecha con vitola de rancia y autoritaria. Fue convirtiéndose en una de las personas más influyentes en el entorno de Aznar. Pero la acumulación de experiencia no se tradujo en madurez. No aprendió a desprenderse de los rencores, la agresividad y la visión unilateral que pueden acompañar a un portavoz partidista pero resulta letal para un portavoz de una institución, máxime si es el Gobierno. Y cuando reclamó ese puesto -Aznar había anunciado que el portavoz de su Gabinete podía ser una mujer- emprendió una inusitada carrera para llegar a convertirse en un personaje, con pretensiones de brillar con luz propia. Pero la luz de los focos le abrasó. Durante años había sido quien había fabricado a Aznar frases destinadas a ocupar, con éxito, titulares de periódicos. Como director de la Oficina de Información del PP, a donde llegó con 26 años, ideó mensajes que conformaban un imagen liberal del Partido Popular, a la vez que alentaba abruptas descalificaciones del Gobierno socialista, culminadas con el "váyase, señor González". Años después, declaraba en una entrevista: "Nosotros hacíamos una oposición llena de propuestas".

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Un ascenso sigiloso

Cuando llegó el momento de actuar como portavoz del Gobierno -cargo que ejercía por la vía de los hechos, sin nombramiento oficial- apenas acertó a ubicarse en su nueva posición. Un papel que, además, él mismo sobredimensionó. En una entrevista con éste diario llegó a decir, en junio de 1996, que él era "la cabeza que debe coordinar las telecomunicaciones y la información". Seis meses después, era apeado de ese cometido, que en realidad consistía en frenar a los grupos de comunicación que no se plegaban al Gobierno y en crear una plataforma, encabezada por Telefónica, que ayudara al ganar las siguientes elecciones y con una más amplia victoria. Antes de que le sustituyera, con redoblado empuje, el vicepresidente primero del Gobierno, Rodríguez llegó a amenazar al entonces presidente de Antena 3 TV, Antonio Asensio, si firmaba un acuerdo con Canal Plus para gestionar los derechos de transmisión de los partidos de fútbol. MAR tuvo que comparecer en el Parlamento para dar explicaciones. Dijo que estaba dispuesto a querellarse por injurias. Pero no se querelló. Y ya en esa ocasión, los nacionalistas catalanes advirtieron a Aznar que un portavoz que se coloca en el terreno de la intimidación, explícita o implícita, no es una persona que ayude a la convivencia política.

En realidad, en su propio partido político, Rodríguez había dejado con anterioridad una larga estela de enfrentamientos con dirigentes, como Javier Arenas, y con asesores de Aznar, como Pedro Arriola. En muchas ocasiones, él fue quien salió mejor parado, protegido por el presidente del PP. En otras ocasiones, ha sido el Grupo Popular, en concreto en las Cortes de Castilla y León, quien le ha protegido del acoso de adversarios externos, como cuando impidió en marzo de 1997 una investigación parlamentaria sobre las relaciones comerciales entre el gobierno regional, del PP, y una empresa de asesoramiento y publicidad creada por MAR en 1992. Pero esta vez, aunque haya coincidido con una posible fatiga del secretario de Estado de Comunicación, han sido unos socios parlamentarios imprescindibles para la continuidad del Gobierno, que tienen como líder a Jordi Pujol, quienes habían proclamado que Rodríguez era "un problema de Aznar".

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