Un camarero introvertido
Juan Ignacio Arranz Sierra, de 37 años, vivía solo en el centro de Madrid. Hace más de diez años abandonó su pueblo, Tembleque, en la provincia de Toledo, y se puso a trabajar en la capital como camarero. No tenía estudios universitarios, y su último empleo lo había conseguido en el restaurante El Cosaco. Allí había cumplido ya más de tres años de trabajo, según contó ayer su hermana Carmen, quien dijo haberlo visto por última vez el pasado domingo."Estuvimos en el pueblo ese día y regresamos juntos. Lo noté tan alegre y tranquilo como siempre", señaló.
Un compañero de trabajo definió a Juan Ignacio Arranz Sierra como una persona bastante introvertida y que no acostumbraba a relacionarse mucho con la gente. Su hermana Carmen no se explicaba qué hacía Juan Ignacio en el hotel Reyes Católicos. Y tampoco podía entender qué motivo tuvieron los asesinos para matarle. "Yo creo que fue cuestión de mala suerte. Estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado", señaló Carmen.
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