Los vecinos cambian cromos
Alavés y Athletic se sienten beneficiados con la venta de Sívori, el único símbolo de la cantera albiazul
En el fondo, la operación no difiere mucho de aquélla que creó un cisma en el fútbol vasco hace tres años, con la compra de Joseba Etxeberria y la monumental pataleta de la Real Sociedad. Son dos jóvenes prometedores, aunque el guipuzcoano más consagrado por entonces. Han jugado sólo un año en el primer equipo de su tierra, tiempo suficiente para personificar el trabajo de la cantera de sus respectivos clubes. Y el Athletic los ha comprado pagando millonarias cantidades. Con el internacional de Elgóibar desembolsó 500 kilos; con Sívori, 348 más dos jugadores y un amistoso. La diferencia, enorme diferencia, está en la forma. El Alavés, último club vasco en unirse a la Liga de las Estrellas, está encantado con la operación. Consigue lo que quería, una buena cantidad de dinero para "llamar a las puertas del mercado [comprar jugadores ]", según dibujó su presidente, Gonzalo Antón. El presupuesto de la próxima temporada, 1.800 millones, acaba de recibir una considerable inyección. Las ganancias del Athletic son más inciertas, más espirituales. Se podría decir que lo que hace es evitarse sonrojos como los de Iván Campo o Ezquerro, los dos últimos ejemplos de cómo hombres de la tierra se le han escapado de las manos o los ha repescado a un precio muy superior al que pudo en su momento. En todo caso, Alavés y Athletic se sienten muy beneficiados con el cambio de cromos. Ayer cerraron un acuerdo por el que Sívori pertenecerá al equipo rojiblanco las próximas cuatro campañas, con una cláusula de rescisión de 2.000 millones de pesetas. Pero tendrá una cómoda transición. El primer año lo pasará en Mendizorroza, tomando contacto con la Primera División. El Alavés recibe a cambio 348 millones -232 menos de los que preveía la cláusula de rescisión- y dos jugadores en propiedad, Ibon Begoña y Jon Solaun, además de un amistoso en una fecha todavía sin concretar. Pero, ¿quién es ese futbolista por quien los dos clubes han arriesgado tanto? Arturo Igoroin es un jugador con talante ofensivo de 21 años, 181 centímetros de estatura y alrededor de 70 kilos, con un sobrenombre heredado de su padre, ex futbolista que a su vez recogió el apoyo de un viejo jugador argentino. Pero Sívori es muy vitoriano, el único fruto exportable de la cantera albiazul en muchos años, posiblemente desde Ernesto Valverde. Y eso que Mendizorroza apenas lo ha visto actuar. Su único mérito había sido despuntar en el filial de Tercera División y, de repente, se hizo indispensable en el equipo que ascendió en mayo a Primera después de 42 años. En el esquema táctico de Mané, entrenador a quien debe su revalorización, fue un medio-punta rápido y, ante todo, incansable. Le falta llegada, pero le sobra coraje y desenfado, un compendio que hizo dudar a los técnicos del Athletic en primera instancia, pero que se vieron contrarrestadas cuando comprobaron que otros clubes de Primera se interesaron en el jugador. En la estrategia de Ibaigane ha influido el miedo. Miedo a dejar pasar un posible joven valioso, a pesar de que, para curar el temor, han sido necesarios unos cuantos millones. De miedo habló José María Arrate tras su encuentro con Antón en Vitoria ayer. "Ellos [refiriéndose al Alavés] pueden temer la respuesta de la afición. Pero también nos puede dar miedo a nosotros porque nos desprendemos de dos jugadores. Cada uno asume su cuota de riesgo.Al final, al cabo de cuatro años, veremos quién de los dos ha acertado más", comentó el presidente bilbaíno, quien también subrayó el ancestral hermanamiento entre las dos directivas, desde que el Athletic salvó de la desaparición al Alavés hace 12 años. La directiva del Alavés no teme una reacción contraria de la afición, aunque ésta queda huérfana de referentes. Tendrá que esperar varios años hasta que la joven savia del equipo juvenil, reciente subcampeón de la Copa del Rey, dé el salto.
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