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La Bolsa de Madrid cierra el primer semestre del año con una subida de casi el 40%

La Bolsa de Madrid ha subido en el primer semestre de este año un 39,66%, cifra que queda muy lejos del 48,41% que ganaba a primeros de abril. Ambos datos ilustran claramente los dos factores que han ponderado sobre la evolución de la Bolsa, el cumplimiento de los criterios de convergencia por parte de la economía española y la crisis asiática y sus efectos en los mercados. En este mismo semestre, la Bolsa de Lisboa ha subido un 40,22%; la de París, un 40,17%; la de Milán, un 39,83%; la de Francfort, un 38,29%, y la de Londres, un 13,57%. Nueva York acumula una ganancia del 13,20%.

El índice general de la Bolsa de Madrid cerraba ayer en el 883,42, 250,87 puntos por encima del nivel en que comenzó este ejercicio, pero lo hacía en medio de una incertidumbre que no parece encajar bien con esa valoración que el mercado ha hecho del acceso de España al grupo de cabeza del euro y de lo que esto puede significar a medio y largo plazo.Hasta el día 6 de abril, la Bolsa había subido un 48,41% y se situaba en el nivel más alto de su historia. Se superaban así todas las expectativas a medida que la economía española mostraba su dinamismo para adaptarse a las exigencias de la convergencia.

El mercado recibía más dinero y las cotizaciones de las empresas reflejaban positivamente el esfuerzo común. En aquellos momentos, el IPC anual era cero y el de los últimos 12 meses se situaba en 1,8 puntos, mientras que el Banco de España se mostraba bastante cauteloso y sólo había recortado el precio del dinero un cuarto de punto, hasta el 4,50%.

Punto de inflexión

Para los profesionales era evidente que había llegado el momento de cosechar esos beneficios, aunque ya entonces se planteaba el problema de dónde colocar el dinero una vez retirado de la Bolsa, puesto que las rentabilidades ofrecidas por los depósitos bancarios y los activos públicos parecían irrisorias, comparadas con el resultado de la Bolsa.La cumbre del euro, celebrada a primeros de mayo, estuvo precedida por una fuerte retirada de beneficios de corte clásico, ya que hay que comprar con el rumor, la posibilidad, y vender con la noticia. La Bolsa ya no tenía nada que valorar a corto plazo y hasta se había excedido, en un alarde de euforia.

En mayo llegaron los primeros mensajes de que la crisis de Asia empezaba a notarse en otros mercados. Rusia subió sus tipos de interés al 150%, desde el 50%, y los rumores sobre una posible devaluación del rublo amenazaban con sumarse a una situación similar en el sureste asiático, pero que había quedado relegada a un segundo plano ante la pujanza de la situación europea.

A mediados de mayo se rozó el desastre ante la caída del yen y el miedo a que China defendiera su moneda, el yuan, con una devaluación. Tokio perdió el soporte del 15.000, el yen cayó hasta 146,70 unidades frente al dólar y la Reserva Federal tuvo que intervenir en los mercados de divisas. En cinco días, la Bolsa española perdió 57 puntos, el 6,4%, y la deuda llegaba al mínimo histórico en rentabilidad con el 4,95%, ante la entrada de dinero en ese mercado buscando un refugio provisional.

La creciente liquidez del sistema financiero español ha protagonizado dos facetas importantes del mercado en este semestre: las privatizaciones y los desdoblamientos de acciones. El Estado ha aprovechado que la Bolsa estaba de moda, aunque sólo fuera porque la remuneración del ahorro había caído en picado, para colocar en Bolsa algunos paquetes de acciones de sus sociedades más emblemáticas.

No obstante, con la última de ellas, la de la eléctrica Endesa, se ha encontrado con una situación internacional muy poco favorable a todo lo que no fuera recogida de beneficios. En esos momentos se imponía el criterio de la sobrevaloración de la Bolsa, y la orientación de los precios lo confirmaba.

Los desdoblamientos del valor nominal de las acciones también han proliferado en estos meses, tomando como base ese interés popular por el mercado de valores. Las acciones, especialmente las de los bancos, se han subdividido hasta llegar a precios nominales muy bajos, dando la falsa sensación de que estaban baratas y llegando así a todo tipo de inversores.

En estos momentos, la Bolsa española se mueve de forma coordinada con el conjunto de los mercados occidentales, debido a la persistencia de las dudas sobre la capacidad de los Gobiernos para poner fin a la crisis económica que sufren Japón y algunos países del sureste asiático.

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