Londres envía otros 1.000 soldados en vísperas de las marchas en el Ulster
Irlanda del Norte se encamina hacia un nuevo conflicto y la preocupación de que éste paralice el proceso de paz ha obligado a Londres a reforzar sus unidades militares en el Ulster. Fuerzas protestantes rechazaron ayer la prohibición de marchar este domingo por Carvaghy Road, en el barrio católico de Portadown, y anunciaron la movilización de sus miembros. Esa decisión garantiza enfrentamientos y colocará a la policía y al Ejército británico entre bandos hostiles de protestantes probritánicos y católicos nacionalistas.
Consciente de que la situación puede agravarse, el Gobierno británico ya ha dispuesto el envío de otros 1.000 soldados. El desafío del liderazgo de la antigua Orden de Orange surgió horas después de conocerse el veredicto de la llamada Comisión de Desfiles en Belfast. Tras seis meses de deliberaciones, ese organismo decretó la prohibición de la tradicional marcha protestante por Carvaghy Road aduciendo el riesgo de actos de violencia similares a los que en años pasados dejaron un importante resultado de muertos y heridos.David Jones, portavoz de la Orden en Portadown, declaró: "No reconocemos esa decisión. Vamos a desfilar, como lo hemos hecho desde 1807, hasta la parroquia de Drumcree, asistir a las ceremonias y regresar a la ciudad de Portadown por Carvaghy Road". Jones subrayó que los orangistas marcharán hasta donde puedan y, si la policía les impide el paso organizarán "manifestaciones pacíficas de protesta".
Pero esto, como se ha demostrado en años pasados, es un eufemismo. Fuerzas paramilitares lealistas han salido siempre en defensa de los orangistas y se han convertido en grupos de choque cuando la policía les ha salido al paso. El resultado ha sido siempre violento. A ello hay que añadir el hecho de que los nacionalistas movilizan sus propias fuerzas para bloquear a pedradas, botellazos y ocasionales disparos las marchas conmemorativas de la victoria del rey protestante Guillermo de Orange sobre los católicos en el siglo XVII.
En el tenso ambiente que se vive en el Ulster, a pesar del avance en el proceso de paz ilustrado con el triunfo de las fuerzas moderadas en las elecciones legislativas de la semana pasada, se está produciendo una cuenta atrás para una nueva crisis. Así lo reconocieron ayer las autoridades irlandesas y la propia ministra británica para Irlanda del Norte, Mo Mowlam.
"Espero que la comisión sepa en el lío en que se ha metido. Tenemos apoyo en toda la comunidad, tanto en Portadown como en el resto del Ulster", dijo Jones, cuya organización, de más de 50.000 miembros, ve los desfiles protestantes por áreas católicas como un legítimo derecho y no como una provocación triunfalista, como sostienen los nacionalistas. Alistair Graham, el presidente de la comisión, invocó los serios riesgos que entraña el desfile de Portadown tanto en el condado de Armagh como en el resto del Ulster. "La marcha de Carvaghy Road es diferente al resto de los desfiles. Se ha convertido en una prueba", dijo para añadir después que en la presente situación todos saldrían perdiendo. "Todo el que quiera defender su caso debe hacerlo en los tribunales, no en la calle", afirmó. David Trimble, líder del protestante Partido Unionista del Ulster (UUP) y vencedor de las elecciones a la Asamblea legislativa, se declaró decepcionado por la decisión de la comisión, calificándola de un revés para sus correligionarios. "La comisión ha actuado para complacer al Sinn Fein y el Ejército Republicano Irlandés (IRA) y ha negado los derechos de los orangistas".
La rabia de los orangistas es justificada, pero les exhorto a actuar responsable y pacíficamente". Pero "la decisión", dijo Trimble, "nos empuja a un conflicto".
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