Dinamarca fracasa por racanería
Suráfrica se creció tras el empate y puso en aprietos a los daneses
Tenía que ser el partido que desequilibrara y acabó en empate. Asumido el papel de favorita de Francia, Dinamarca aspiraba ayer a ratificar su condición de segunda de grupo frente a Suráfrica, goleada en su estreno, y fracasó. Los bafana bafana acreditaron el cartel de equipo de buen ver y dejaron malparados al grupo de Bo Johansson, tan rácano como en su debú ante Arabia Saudí (1-0).Transitó el partido de sobresalto en sobresalto. El marcador bendijo de entrada a Dinamarca, cuando el dinámico Nielsen remató en el segundo palo un centro cruzado de Brian Laudrup, muy activo en el comienzo de la Copa del Mundo. Pero Suráfrica llegaría con igual nitidez y reiteración ante Schmeichel, intimidador como siempre y, al tiempo, vendido con frecuencia. El gol del empate de McCarthy, ya en el segundo tiempo, resultó revelador. Ante la falta de pegada del equipo, el futbolista del Ajax decidió entrar por la cocina y tiró una pared por enmedio de cinco defensas para acabar rematando por entre las piernas del portero.
No tuvieron consistencia ni unos ni otros y el choque quedó reducido a una cuestión de acierto. Dinamarca vivió en el primer tiempo de los pases interiores de los Laudrup, que garantizan un buen caudal de ocasiones. Y ayer pusieron unos cuantos balones de gol por los costados de la descarnada zaga surafricana, cogida a contrapelo en dos remates al palo. La fatiga, sin embargo, les pudo y acabaron entregando la pelota, ya sin Michael en el campo. Frente al juego de bisturí de los daneses, Suráfrica propuso el entrejuego. Tuvo largo rato la pelota, la jugó con mucho gusto y cierto ritmo y asomó hasta el balcón del área. Al rondo de los bafana, bafana, sin embargo, le faltó picante. Hasta el gol de Benni McCarthy, fracasaron en el último remate, sobre todo en un par de acciones manejadas por el propio McCarthy y Moshoeu. Pero una vez atrapado el empate, Suráfrica se creció. Michael Laudrup dejó la cancha y el árbitro, condicionado quizá por la arenga de Blatter pidiendo más tarjetas rojas, echó a Molnar.
El colegiado equilibraría la contienda acto seguido con la expulsión de Phiri, y el partido recuperó el tono descosido con el que nació. Schmeichel emergió entonces como una pared humana en un par de disparos del equipo de Troussier y Dinamarca dispuso de una buena línea de remate. El debate, de nuevo alterado por el árbitro colombiano John Jairo Toro que mostró la tarjeta roja a Wieghorst, expiró con un tremendo zurdazo de Fortune al larguero.
Le faltó suerte al equipo de Troussier, que levantó grandes expectativas ante la Copa del Mundo y continúa sin poder ganar a un rival que no sea africano. Las lesiones le están torturando y la falta de un hombre gol le ha condenado a vivir demasiado a la contra. Dinamarca no supo administrar el gol atrapado al cuarto de hora ni tampoco explotar la falta de oficio defensivo de un rival muy liviano y fracturado.
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