Mucho más que fútbol
Irán vive el Mundial como un paso para salir de su aislamiento internacional
El optimismo recuperado por muchos iraníes tras el triunfo electoral de Mohamed Jatamí se proyecta estos días hacia el fútbol. Todo Irán vive pendiente de Francia, el primer Mundial al que ha accedido su selección nacional tras la revolución islámica (1979). La casualidad ha hecho, además, que el próximo domingo tengan que enfrentarse a Estados Unidos, el Gran Satán de las consignas revolucionarias. La expectación es tal que las autoridades han tenido que intervenir para calmar los ánimos.El portavoz del Gobierno y ministro de Cultura y Orientación Islámica, ayatolá Mohayerani, pidió el pasado fin de semana a la prensa que no cree preocupación y sea más cuidadosa en sus análisis debido a la sensibilidad que ha despertado el partido. Mohayerani señaló que la sola calificación para la Copa del Mundo es ya un gran logro para el país. No ha sido el único. Incluso el presidente Jatamí, al desear suerte al equipo nacional en el partido contra Yugoslavia, hizo un llamamiento a la prudencia.
«Es sólo un partido», asegura, siguiendo las consignas, un funcionario cuando se le pregunta qué va a pasar el domingo. Pero los iraníes no hablan de otra cosa desde hace semanas. Aunque su pasión por el fútbol es conocida -Raúl, Hierro o Zubizarreta les son tan familiares como si jugaran en su país-, en esta ocasión las circunstancias exceden el ámbito de lo meramente deportivo. Para la mayoría, la participación en el Mundial constituye un paso más para salir del aislamiento.
Desde la proclamación de la República Islámica, sus funcionarios tienen instrucciones de ni siquiera saludar a sus colegas estadounidenses cuando coinciden en los foros internacionales. Sin embargo, los jugadores iraníes han anunciado que intercambiaran camisetas con sus rivales norteamericanos sea cual sea el resultado del partido. Así que cuando ambos equipos se enfrenten en Lyón, estará en juego mucho más que el partido.
Tal parecen temerlo los conservadores que vivieron con horror cómo tras la clasificación de Irán, al ganar a Australia a principios de este año, la población se lanzó a las calles para celebrarlo, e incluso las mujeres osaron acudir al estadio donde se dio la bienvenida a los jugadores. Uno de los periódicos que refleja el sentir de esos sectores, Yomhuri Islami, ya advirtió entonces del peligro: «Estados Unidos utilizó el deporte para normalizar sus relaciones con China y está usando la misma táctica con Irán».
Tal vez para evitar susceptibilidades, la televisión estatal ha mostrado a los jugadores rezando. Todas las informaciones procedentes de Yssingeaux, el pueblecito francés donde se hallan concentrados, insisten en que realizan a diario sus oraciones y subrayan que se ha pedido a las mujeres que tienen contacto con el equipo que vistan con recato.
«Por supuesto que queremos ganar todos los partidos, pero lo que es más importante es que juguemos al máximo de nuestras posibilidades», ha declarado a la prensa local el entrenador, Yalal Talebi, que se ha hecho cargo de la selección hace apenas un mes. «Es el tercer entrenador en los últimos cuatro meses, y en esas circunstancias no se le puede responsabilizar de lo que pase», lamenta Reza Aidún, un forofo teheraní.
De momento, su primer partido contra Yugoslavia se saldó con un honorable 1-0, lo que aún permite creer en un milagro que vengue la medalla de oro en lucha libre perdida hace dos años en Atlanta ante un rival estadounidense.
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