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Dickens triunfa en el colegio

Un 'Oliver Twist' montado por escolares protagoniza el éxito de la temporada de teatro infantil.

Una versión musical de Oliver Twist, de Charles Dickens, realizada por el grupo de teatro del colegio Salesianos-Atocha, ha sido la estrella (en lo que a público se refiere) de la temporada de teatro infantil en Madrid, a punto de finalizar. Cerca de 75.000 espectadores han pasado por el teatro del colegio, donde, a lo largo de 18 semanas y cerca de un centenar de funciones, ha actuado en Oliver! un elenco de alumnos y ex alumnos: 55 actores y actrices no profesionales, 16 de ellos son niños de 9 a 11 años. La demanda de invitaciones (las funciones son gratuitas) ha superado con creces la capacidad del teatro. La sala San Pol, uno de los teatros dedicados a la programación infantil cuyas obras tienen más éxito, ha cifrado en algo más de 20.000 los espectadores que esta temporada han visto (pagando) su montaje El soldadito de plomo.El sábado pasado, entre llantos y abrazos emocionados, 116 personas (el elenco más el equipo técnico) se despedían sobre el escenario de los Salesianos al calor del larguísimo aplauso del público puesto en pie. Con la última representación de Oliver! acababa una aventura que comenzó a principios de curso. A final del próximo enero, este grupo, cuya trayectoria comenzó hace 15 años, estrenará otro montaje, Martin Guerre.

En estos años han montado 13 obras musicales, en las que han participado unos 1.300 chavales y que han visto más de millón de personas, según los datos manejados por el colegio. Las cifras llevan a pensar que se trata de una experiencia que va más allá de otra actividad más de teatro escolar. Los 12 millones de pesetas que costó la producción de Oliver! (de los que se han recuperado la mitad con la venta de programas, carteles y objetos) también arrojan luz sobre la magnitud del proyecto. La otra parte se explica por la gran dosis de entusiasmo de quienes dedican buena parte de su tiempo libre a esta actividad. "Es una experiencia muy cansada", admite Miguel Ángel López, director de las obras, profesor del colegio y alma máter del grupo de teatro, "pero muy gratificante. Para mí es un modo de tratar con los jóvenes y no hacerme viejo demasiado deprisa. Me permite desarrollar mi creatividad y dedicar los fines de semana a algo más que ir a la sierra". López señala que, sin embargo, no hubiera podido meterse en esto si su familia no se hubiera vinculado al proyecto casi con tanta dedicación como él. Su hijo menor, Javier, de 12 años, una revelación en su interpretación de Dodger, el truhán, dice que para él "es un modo de pasarlo bien y de conocer gente" y una ocasión para aprender cosas "como barrer". Y es que entre la función de la tarde y la de la noche (siempre en sábados), todo el equipo se pone manos a la obra para dejar el patio de butacas como una patena. ¿Dificultad para aprender el papel? Contesta tajante Javier que no, que el mayor problema es superar el miedo de salir a escena: "Pero los compañeros me ayudan diciendo que, si me equivoco, no pasa nada".

Como Javier, Carlos Ruiz, ex alumno del colegio y actualmente empleado en una ferretería, tampoco ha pensado en dedicarse profesionalmente a la interpretación. Ha participado en ocho montajes del colegio. "Aunque te metes un puñado de horas", asegura, " se hace más largo el tiempo que estamos sin ensayos y sin funciones que el que estamos con la obra".

Carlos, entusiasta de los musicales, echa de menos las salidas los sábados con los amigos (entra en el teatro a primera hora de la tarde y sale pasadas las cuatro de la madrugada, tras dos funciones de tres horas cada una). Su recompensa: "Hacer lo que me gusta, que, hoy día, poca gente puede hacerlo".

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