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Tribuna
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La mirada corta

Santiago Segurola

Clemente dice que cada partido es un mundo y cada rival un universo. Su apreciación responde al perfil del jugador de mus, que convierte la partida en un entreverado de mensajes contradictorios, a veces falsos, a veces ciertos, siempre pendiente de los probables engaños del adversario. En el viejo debate entre la mirada larga y la mirada corta, Clemente escogió hace mucho la corta. Lo asume ("yo hago las alineaciones partido a partido") y no esconde sus críticas hacia los colegas que prefieren construir un discurso propio y mantenerlo hasta el final. Como mínimo les tacha de ilusos.El partido contra Nigeria puso de manifiesto todos los problemas de la mirada corta. Con una ingenuidad enternecedora, Clemente aceptó que el trasvase de Nadal (previsto como líbero) al centro del campo se debió a un error suyo de cálculo. Esperaba jugar contra dos delanteros, pero Milutinovic sólo alineó a uno. Esta simpleza generó un caos formidable en los españoles. Y resulta difícil creer que Milutinovic sea un maestro de la estrategia. La mayor habilidad que se le reconoce es su disposición para merodear en torno a cualquier federación que se queda sin seleccionador. Así ha pasado por el Cádiz y las selecciones de Costa Rica, México y Estados Unidos.

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Siguiendo el argumento de Clemente, sus problemas se volverán irresolubles el día que el seleccionador rival prescinda de los delanteros. ¿Qué hará Clemente? ¿Pasar a todo nuestro ejército de defensas centrales al medio campo? En este plan, la combinación de posibilidades que tienen los entrenadores para engañar a Clemente son infinitas. ¿Y qué si juegan con dos extremos y sin delantero centro? ¿Y si sus delanteros se convierten en defensas y sus defensas en delanteros? Bastaría con un súbito cambio de humor en un Milutinovic cualquiera para que a Clemente se le fundieran las neuronas.

La selección española ha llegado a un punto donde debe tener un modelo propio. Por supuesto que es conveniente disponer de la máxima información posible del contrario, pero no hasta el punto de la imprudencia y de convertir a los jugadores en marionetas del adversario. De lo contrario pensaremos que los paraguayos Benítez, Campos y Cardoso son la transfiguración de Pelé, Maradona y Cruyff. Y que el seleccionador Carpeggiani puede tener la genial idea de alinear a diez jugadores en lugar de once. En ese caso, estaríamos perdidos.

Contra los que dicen que España nunca ha ganado nada, hay que recordar que España ha ganado mucho. Las selecciones sub 16, sub 18, sub 21 y olímpica han sido campeonas de los principales torneos en los últimos años. Es hora de acabar con los complejos en nuestro fútbol. Históricamente sólo ha fallado la selección senior. ¿Por qué? Por falta de identidad, por un victimismo galopante, por la mirada corta, porque la grandeza pasa por tener un discurso propio y despreocuparse de si Milutinovic mete a un delantero o dos.

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