Todos corrieron y nadie jugó
Austria iguala a Camerún en un despiste en el último minuto
Polster salvó en el último minuto a Austria, un equipo menor que se buscó la vida como pudo frente a Camerún, que fue una banda. Toda su potencia se fue al garete por su espectacular desorganización táctica y por su falta de juego. Todos corrieron y nadie se paró. Así no hay manera de hacer fútbol.Camerún no estuvo a la altura de las expectativas que había despertado en los partidos previos al Mundial. Tampoco alcanzó la brillantez de su generación anterior de futbolistas, aquellos que estuvieron a punto de sorprender a Inglaterra en el Mundial 90. De entonces conservan su capacidad atlética y una cierta inclinación hacia la violencia. Sus jugadores van al choque como trenes. Nadie retira la pierna, como si tuvieran que estar a la altura de su reputación de leones indomables. El problema de Camerún estuvo en el exceso: de velocidad, de energía, de intensidad. La clase de equipo que le viene bien la fatiga, porque entonces se obligan a pensar, a tocar, a jugar.
La pequeña decepción del equipo africano estuvo provocada por las posibilidades que se le intuyen. Así como Austria es una medianía en todos los aspectos, hay algo que se adivina atractivo en Camerún. Sus jugadores tienen excelentes condiciones en lo físico y, muchos de ellos, en lo técnico. Pero quisieron llevarse por delante a los austriaco y no hubo manera.
Austria también se dio al vértigo. Pero a ellos se les supone el choque y la potencia. Vienen de una cultura futbolística que privilegia esas cuestiones y no se van a apear ahora. El pobre Polster, que siempre ha dado pinta de perezoso, no encontró la manera de meterse en un partido mareante por exceso de rapidez. Y además Polster se encontró con Song, el más fragoroso de los jugadores de Camerún. El tal Song se llevó por delante a cualquier austriaco a la vista. A estos defensas antes se les llamaba caciques del área y quedaba muy gráfico.
Apenas se vieron dos pases precisos en el primer tiempo. Como todos tenían tanta correa, fue de un lado a otro con la azarosa dirección de las máquinas de petacos. Un tiro libre de Wome en plan Roberto Carlos fue el único remate decente hasta el descanso.
La corriente del encuentro no varió en el segundo tiempo. Camerún se empeñó en correr sin reparar en gastos. Los jugadores salían con la pelota a todo trapo, hasta donde llegaran, hasta chocar con un defensor austriaco. Y vuelta a empezar. El medio campo no existió, o por lo menos no en el sentido clásico de la palabra. Que a Camerún le faltó un organizador, fue evidentísimo. Todos sus futbolistas se portaron como replicantes: el fútbol total, pero al revés.
Austria confió en su defensa y especuló hasta donde fue posible. La cuestión era aprovechar alguna extraña posibilidad.Para equilibrar el tiro libre de Wome, Polster dispuso de otro en el segundo tiempo, pero Songo"o se estiró y desvió el balón. El remate tuvo un efecto contagioso: un minuto después Pfeffenberger condujo por el medio y lanzó duro. Otra vez rechazó Songo"o. Camerún se había derretido. No tenía ninguna respuesta futbolística para superar a Austria. Así que fue entonces cuando marcó el gol de la victoria. No fue una contradicción. El partido venía así de raro.
Y fue un gol estupendo. Njanka condujo otra vez hasta donde pudo, aunque esta vez consiguió regatear a dos defensores austriacos, uno hacia dentro y otro hacia afuera. Luego encontróla colaboración del portero Konsel, que se fue al suelo con demasiada prisa. Pero Camerún continuó en el mismo plan y los austriacos consiguieron encontrar a Polster a última hora.
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