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Derecho a provocar

Reivindicar el uso desinhibido de la enagua -"esa prenda íntima y escondida durante tanto tiempo, interna como el clítoris"- es uno de los objetivos del proyecto Esto no es una invitación a que me violes, presentado anoche en el colegio mayor Rector Peset de Valencia. Convertidos en prendas cómodas y sensuales, los visos diseñados por Elisa Pérez y Lola Genovés centraron el desfile de moda alternativo con estructura de chill-out (un espacio ideado para disfrutar de la música en un clima relajado), dirigido conjuntamente por Pérez y Conxa Bermesela. La propuesta era una invitación a reflexionar sobre las exigencias de la moda, los sentimientos de las mujeres, su soledad, su mundo interior y sus frustraciones, además de reivindicar el derecho a vestir como a una le plazca, dejando vía libre a la imaginación. Aparentemente encantada de haberse conocido, una de las doce actrices-modelo paseó su palmito por el escenario comentando con el respetable su belleza sin igual, para dar paso a una catarsis precedida de diversas confesiones: "Tengo el culo lleno de granos, lo paso fatal en las tiendas y nunca encuentro talla, aunque a veces hago régimen y consigo meterme la 46". "Nacemos con un cuerpo que no hemos elegido y nos llena de frustración no caber en las tallas", explicó Pérez, mientras la modelo proseguía enumarando las ventajas de tener los pechos pequeños y no necesitar sujetador: "En el fondo me gustaría tener los pechos enormes, ¡es tan femenino!", ironizaba. "Imagina que es de noche y que ninguna mujer tiene miedo", era uno de los guiños serigrafiados sobre una de las enaguas de la diseñadora, quien dice de sus prendas que han servido siempre de tapadera y ahora deben salir a la luz, como los sentimientos más íntimos y ocultos de las mujeres. En la Metamorfosis, una de las piezas ecofeministas escenificadas ayer, una mujer termina transformada en enredadera, en perfecta fusión con la Naturaleza. "Las mujeres tenemos una relación mucho más directa con la naturaleza que los hombres, aunque la sociedad occidental es excesivamente consumista y cada vez estamos más alejadas del medio natural", señalaron las directoras del proyecto, sin ocultar su defensa de la condición femenina "y de la conciencia de género". En otra de las piezas, titulada Falsa Imagen, una modelo profesional interpretó un texto que iba reflejando su estado anímico real, sus miedos, sus fobias y sus ocultas intenciones: "Soy capaz de matar", espetó. Hubo espacio para el erotismo, interpretado por una mujer desnuda con una venda en los ojos. Inicialmente ciega y perdida, las autoras del proyecto quisieron convertir la enagua que cubría sus ojos en un objeto de liberación, anulando la venda y convirtiéndola en prenda de vestir. "Más he de recordar que estoy aquí y que seguiré anhelando, agarrando pizquitas de claridad, haciendo yo misma mi vestido de sol de luna, el vestido verde color de tiempo con el que he soñado vivir alguna vez en Venus". Este texto de la nicaragüense Gioconda Belli se escuchó anoche durante el desfile, junto a múltiples alusiones a la soledad y a la pasión, reflejada esta última con aires flamencos y con un enorme corazón rojo entrando y saliendo del escenario: "Ahora te quiero, ahora me voy, pero vengo..." venía a decir el órgano a la supuesta amada, que terminó enloqueciendo de tanto vayvén. Porque estas "mujeres libertarias con ganas de hacer cosas", como se autodefinió Bermesela, querían reflejar con su propuesta que a veces "hace falta escuchar algo bonito, aunque sea mentira" y no agresiones verbales, psíquicas o físicas, aunque no hubo ninguna alusión a los malos tratos en toda la interpretación. ¿Quién ha dicho que no exista el derecho a la provocación? venían a preguntar las doce actrices, posando con gestos provocativos al final del desfile, de 30 minutos de duración. Las enaguas que lucían (de momento sólo se pueden adquirir en ferias alternativas o en los talleres de las diseñadoras), se pueden llevar también con pantalón debajo o como una quiera (o uno, que había varios hombres entre el público vestidos con enaguas). Sin que llevarlas a pelo, a modo de vestido, sea una invitación a la violación, como incesantemente repiten sus creadoras. "Escondidas durante tanto tiempo como nuestra sexualidad, ahora se destapan y desinhiben sentimientos y emociones femeninas", concluyó Pérez.

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