"El pujolismo nos asfixia"
Es el activo más importante del Partit per la Independència. Tiene 39 años y hace gala de decisión donde otros prefieren la prudencia. El último episodio polémico enfrentó a la cuarta teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona con el alcaldable de CiU, Joaquim Molins. En las últimas semanas se ha especulado con la eventualidad de que se sumara al proyecto de Pasqual Maragall para las elecciones autonómicas. Pregunta. ¿Su noviazgo con el PSC qué tal va? Respuesta. No hay noviazgo. Lo que hay a lo largo de los años es una evolución personal hacia planteamientos progresistas, inequívocamente de izquierdas. Yo soy de las que ya maté al padre en su momento, digamos, me hice mayor y superé, por tanto, la proximidad al mundo del pujolismo que pudo haber definido los primeros momentos de mi vida política. Por tanto, me siento cómoda en sectores progresistas, indiscutiblemente. Pero en cambio no me siento nada cómoda con los aparatos casi estalinistas que definen parte del PSC, no me siento cómoda con según qué personajes. Yo creo que Maragall y Nadal -hablo de la gente que ha tenido voz y voto importante- no han conseguido nunca impregnar suficientemente de catalanismo el tejido del partido. Esto me ha alejado muchísimo de ellos. P. ¿Hay que presentar listas únicas a la Generalitat y al Ayuntamiento? R. Creo que las listas más sugerentes, y por tanto el proyecto político donde realmente se verá si esto tiene un cierto vuelo o es puro marketing, será la de Maragall al Parlament. El PSC hará su experimento y Maragall hará de Blair o de Jospin en función de si mandan más los aparatos o mandan más los líderes. Yo creo que la tentación de Maragall es de hacer de Blair. Será en las autonómicas donde cuajará un invento de frente relativamente unido y relativamente progresista, pero sobre todo con discurso nuevo, con discurso regenerador. No sucederá lo mismo en las municipales. La imagen de Clos es débil, todos los partidos que formaban el arco de izquierdas están rotos por asuntos diversos. En el PSC, la relación entre Clos y Antonio Santiburcio, presidente de le Federación de Barcelona, no es buena. Con este panorama, opino que en Barcelona la gente ha de ir cada cual por su lado, pero teniendo claras las alianzas poselectorales. De la mano de Convergència, seguramente el PP entraría en el Ayuntamiento de Barcelona y se romperían 20 años de gobierno progresista. P. ¿El liderazgo de Joan Clos no se consolida? R. Creo que Clos debe ganar a CiU, y para ello tiene que arriesgarse. Los líderes, los alcaldes -y un alcalde es un líder-, no pueden ser gestores de presupuestos, no pueden carecer de opiniones sobre los grandes asuntos, no pueden no querer arriesgarse ni pelearse con otros adversarios políticos. P. ¿Aceptaría negociar con el PSC? R. Sería poco prudente en política negarse a hablar sobre cómo ves el panorama político. Esto no quiere decir que te estén fichando. Ya estoy un poco harta de que cada vez que les da por pensar en mi nombre me lancen los bulldogs y entonces los Ferran, los Santiburcios y, ¡ñam, ñam!, me muerden los tobillos. P. ¿Podría entenderse con el alma maragalliana del PSC? R. Maragall es un hombre que hizo una cultura de ciudad, es decir, que no sólo gestionó una buena época, no sólo cambió urbanísticamente la ciudad, sino que creó una marca de ciudad, un discurso de ciudad que ha acabado siendo un modelo a escala internacional. Me pregunto si no será capaz de crear una marca de nación distinta a la que hemos tenido en los últimos 18 años. P. ¿No se siente a gusto con Pujol? R. El pujolismo nos asfixia. Se ha convertido en una especie de magma que ha acabado asfixiando la conciencia de la gente, todos estamos un poco secuestrados por el pujolismo. En el comedor de casa notas su presencia paterna de una forma realmente fuerte: es como una especie de rayo deífico que te dice lo que está bien y lo que está mal, que te riñe pero después pacta con el PP y con José María Aznar. Si hablamos de eso que se llama sociedad civil, ¿dónde está la sociedad civil catalana? Si alguna cosa ha hecho el pujolismo ha sido secuestrarla, porque depende de la subvención de cada departamento de la Generalitat. Por tanto, me interesa la figura de Maragall no porque deba ir con él o no, sino en tanto que puede hacer un discurso nuevo para Cataluña y entonces quiero escucharle. Y espero que sea catalanista y que esté vinculado a los intereses del país. P. ¿Y qué opina de la polémica sobre la Carta Municipal de Barcelona? CiU la apoya en el Ayuntamiento y el Gobierno de CiU la bloquea. R. La Carta Municipal es probablemente el paradigma de una actitud que ha existido durante 18 años, pero que se ha agudizado en los últimos tiempos de una forma extrema, de política contraria, y cuando digo contraria digo inequívocamente contraria, a los intereses estratégicos de Barcelona por parte de la Generalitat. Y eso lo hace un partido que tiene una primera dama que dijo: "Yo soy la primera botiguera de Cataluña", y que en cambio ha hecho la política más salvaje de grandes superficies que se conoce. Pero el problema es que si se analizan todos los presupuestos vinculados a infraestructuras estratégicas de Barcelona, Convergència no negoció ninguno. Un partido que, por otro lado, tiene en sus manos a un presidente de Gobierno, podía haber puesto en la cartera una sola prioridad de Barcelona. Pero no ha puesto ni una. Debo decir con toda rotundidad que la política de la Generalitat de Cataluña es una política contraria a los intereses de Barcelona. Esto es así. Y cuando el señor Molins haga campaña le tendremos que recordar lo que ha hecho él como portavoz de este grupo en Madrid no defendiendo intereses estratégicos de Barcelona. P. Lo que es seguro que viene a Barcelona es el Casino... R. Cuando te preguntan quién manda en Cataluña la tentación es decir Núñez. Bueno, la tentación real sería decir Samaranch, pero no nos metamos en líos. La verdad es que entre Pujol y Artur Suqué, presidente de Casinos, no sé quién manda más. Aquí se permite una cosa tan profundamente antidemocrática como es un monopolio de una familia en el juego.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.