El calendario de hostilidades
Estos últimos tres meses no han sido fáciles para Emili Tortosa. La renovación del consejo de Bancaixa el pasado marzo, que diera a los populares el control de la entidad, abrió un periodo de especulaciones en torno a la continuidad del director general. Desde el primer día se apreció que la concepción que De Miguel tenía de la caja era totalmente opuesta a la de Tortosa. La idea de este último de que Bancaixa tenía que centrarse en el negocio bancario contrastaba absolutamente con el propósito de De Miguel de involucrar a la entidad en el proceso de privatización de las empresas públicas y en proyectos auspiciados por la Generalitat como Terra Mítica. La disparidad de criterios entre De Miguel y Tortosa hizo imposible el entendimiento entre ambos. El presidente ha actuado desde su nombramiento de espaldas a la dirección general. En una situación así, Tortosa ha preferido un relevo controlado a marcharse danto un portazo. En círculos financieros se cuestiona, sin embargo, esta salida, ya que nadie garantiza que García Checa, junto al resto del equipo de Tortosa, sea sustituido en un futuro próximo. Una victoria del PP en las elecciones autonómicas de 1999 dejaría expedito el camino para una renovación profunda del escalón directivo. En ese caso, el actual director general de Presupuestos de la Generalitat, Máximo Caturla, persona procedente de las finanzas, se perila como uno de los candidatos a la dirección general. "No hay ni una sola razón económica que justifique un cambio de este calado en el staff directivo. Por tanto, sólo cabe hablar de politización y de pasar el rodillo", valoraban ayer estas mismas fuentes.
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