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Entrevista:

CARMELO ANGULO DIPLOMÁTICO "Con el diálogo político la violencia armada deja de tener sentido"

Carmelo Angulo (Bilbao 1947) es el único representante español de Naciones Unidas para Centroamérica. Diplomático y aventurero, ha trabajado en países tan diferentes como China y Colombia. En este último fue embajador. Uno de sus objetivos profesionales es propiciar la superación de conflictos dentro de los países. Desde la neutralidad que le da la lejanía de Nicaragua, donde trabaja, y desde su amplia experiencia, asevera que la paz está por encima de todo: "Para que haya diálogo no son necesarias las declaraciones públicas, lo importante son los gestos. Es necesario dialogar bajo la tensión". Pregunta. ¿En qué consiste exactamente su trabajo? Respuesta. Aplicamos los grandes acuerdos internacionales en materia de derechos humanos; trabajamos en la modernización y construcción del Estado democrático en Nicaragua y promovemos acciones para aplacar tensiones y crear las condiciones para que los conflictos no se reproduzcan. Se trata de buscar soluciones pacíficas a problemas graves. P. ¿Dónde está la barrera entre colaboración e injerencia? R. La gran bandera es la neutralidad, tanto en la ideología como en los procesos políticos internos. Hay que ayudar en la mediación, en la reconciliación entre los Estados y en el interior de los propios países, y eso resulta más difícil que trabajar en la diplomacia de la paz. P. Después de 19 años de la revolución nicaragüense, ¿qué conflictos vive el país? R. Después de una guerra civil ha quedado una sociedad muy empobrecida; distanciada de los grandes procesos y con unos índices de pobreza que son los más altos de América Latina. Dos millones de personas, de los cuatro o cinco que tiene Nicaragua, ingresan menos de un dólar (150 pesetas) por día. P. Un miembro de una ONG que trabaja en Centroamérica ha señalado que en Chiapas se está reproduciendo lo que pasó en Nicaragua tras la revolución sandinista. R. El conflicto de Chiapas está muy localizado. Tiene una matriz indígena muy profunda, que desde fuera parece una causa justa. Sin embargo, la revolución sandinista buscaba crear una sociedad nueva. Era un país frente a un dictador como Somoza. Eso atrajo a voluntarios de medio mundo. Cuatro o cinco mil personas procedentes de numerosos países se instalaron en Nicaragua para trabajar en su reconstrucción. La gente no fue allí a pasear, fue a quedarse. Esa es la principal diferencia con Chiapas. P. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) también dice luchar por la "democracia, libertad y justicia" de los indígenas, por cambiar su pequeño país. R. Desde Chiapas a Paraguay hay 50 millones de indígenas y ahí está la mayor fuerza del continente americano, seguramente. Chiapas es una causa justa que hace cuestionar la democracia en México A veces, en algunos países, el levantamiento armado es la única fórmula de presión que tienen algunos sectores sociales para ser escuchados. Sin embargo, cuando empieza el diálogo político la violencia armada deja de tener sentido. Estos pueblos son conscientes de las limitaciones que tiene el diálogo político, pero quieren que se les respete y que se les escuche. P. ¿Qué hacen los organismos internacionales para que se respeten los acuerdos? En Guatemala y en El Salvador los escuadrones de la muerte siguen matando. R. Sigue habiendo violencia, pero el desarrollo es un proceso enormemente lento. Mañana significa cuando se pueda. Naciones Unidas hace investigaciones independientes y ha trasladado a la justicia información sobre vulneración de derechos humanos que no se ha querido reconocer desde los gobiernos, y ha esclarecido muchos casos. Naciones Unidas ha hecho una gran labor en materia de derechos humanos. P. Usted que conoce tantos conflictos violentos, desde la lejanía, ¿cómo vé el conflicto vasco? R. Ante la paz hay que ser muy abierto, no tener preconceptos. En Euskadi existe un círculo vicioso. Pero hay que aclimatar la paz con gestos, permitiendo que surjan iniciativas de la propia sociedad; y cuando ésta empuje y busque avenidas por las que transitar, llegará la paz. No se trata de declaraciones públicas, sino de gestos. Hay que dialogar aunque haya tensión, aunque siga la violencia.

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