La unidad de la izquierda es posible

Desde el mismo día que el Partido Popular accedió al Gobierno de España, se puso en circulación la idea de sumar fuerzas en la izquierda para acortar todo lo posible, en el tiempo, ese nuevo poder político. Dejando al margen las inmensas responsabilidades de los Gobiernos de Felipe González en ese relevo, no cabe sino lamentar el que esas ansias de unidad no existieran cuando hicieron falta para impedir el triunfo relativo del PP.Pero no es ya el tiempo de la nostalgia, aunque siga siendo aún y también el de la memoria. En IU estamos convencidos de la posibilidad de una alternativa de la izquierda. Tanto como que será viable si no se entiende como el resultado de una sucesión de operaciones poco más o menos "geniales", sino como un proceso complejo y contradictorio en el que la identificación de las diferencias deberá ser una invitación al debate social abierto y no una forma de estratificar la izquierda según la particular comprensión de cada uno.

Es comprender el pluralismo de la izquierda como un elemento definitorio de nuestra historia y también de nuestro futuro. La pluralidad no puede ser entendida como algo coyuntural a la espera de que los demás "vengan o los traigamos" a nuestros postulados a través de tacticismos más o menos hábiles.

Que PSOE e IU tenemos diferencias profundas en cuestiones importantes es conocido. Es cierto que el señor Borrell en su discurso del debate del Estado de la nación apuntó con nitidez la diferencia derecha-izquierda, en cuanto al carácter y función del Estado, confrontando con el discurso neoliberal que hace del mercado no sólo el instrumento regulador de toda actividad económica, sino también el límite de la soberanía de Gobiernos e instituciones políticas y sociales. Su defensa de los instrumentos públicos y su capacidad de intervención en las políticas sociales para garantizar los derechos básicos de la ciudadanía no puede ser sino bien recibida en una fuerza política que tiene asumido desde su nacimiento la defensa del Estado social y democrático de derecho como objetivo de sus principales propuestas políticas.

Pasar de la formulación general de tales cuestiones a su concreción en las políticas que afectan a la sociedad española es la intención de la propuesta que Julio Anguita, en nombre de IU, cursó a los dirigentes socialistas, desglosada en 11 puntos que son líneas de reflexión abiertas, que no suponen un todo y que no quieren ser un texto para un debate cerrado entre las dos fuerzas.

Pensar un nuevo modelo productivo de distribución y consumo más eficiente y sostenible es un deber de la izquierda que quiera serlo en el presente y en el futuro.

Hablar y acordar acciones y propuestas para la construcción social y política europea, frenando los efectos negativos de la mera visión económica y eurocéntrica. Pensar conjuntamente en propuestas para el reparto del trabajo tales como la ley por las 35 horas, para afrontar eficazmente la generación de empleo. Defender las políticas sociales y para ello un sector público equilibrado y eficiente o una política fiscal progresista, etcétera. Son, junto a otras, las propuestas de debate que IU hace a fuerzas políticas y sociales. A sus direcciones y a sus bases, a la ciudadanía en general. Dispuestos a aceptar otras que se propongan y a establecer acuerdos transparentes y verificables. Abrir un proceso así significaría un primer paso importante. Sería tanto como crear la sensación en la sociedad de que no sólo es posible construir la alternativa; sería, además, la declaración de nuestra voluntad para hacerlo y eso es imprescindible para que la izquierda social lo crea y participe.

Sustituir ese proceso por un debate simplista a través de los medios, pretendiendo que la unidad es hacer una sola lista o que la pluralidad es hacer varias, sería ignorar las posibilidades reales de un programa transformador de denominadores comunes defendido por una izquierda social y política activa, crítica y plural, esto es, profundamente democrática

Anteponer un discurso resistencial poniendo como objetivo la suma frente al PP, en lugar de la convergencia positiva de construcción de la izquierda, es negar la necesidad de una alternativa real para defender una alternancia que sólo garantiza la repetición de experiencias agotadas.

La izquierda transformadora debe ser una izquierda con capacidad para transformarse a sí misma. Ése es, quizá, el reto más inmediato. Ni el PSOE, ni IU, ni la izquierda sindical y social, representan hoy, por sí mismas, el proyecto que la izquierda necesita, no para derrotar a un Gobierno del PP, problema "menor" si se me permite la ironía, sino para derrotar el pensamiento y los valores del conservadurismo social, el neoliberalismo económico y la negación de la política como instrumento útil de la sociedad democrática.