Bonito cuadro
Vivo en la plaza de la Morería. Tengo la suerte de, a través de mi ventana, ver un bonito cuadro: el callejón de los Caños Viejos y, al fondo, atravesando el mismo, justo a la altura media de los edificios, el precioso viaducto. Los arcos de hormigón, rodeados de árboles centenarios, soportan un tramo de la calle de Bailén: con su barandilla de hierro y sus farolas fernandinas. Una espléndida vista, lo reconozco.Por otra parte, tengo la mala suerte de ser, creo yo, una persona sensible. Cómo duele ver los destrozos que se están haciendo en este entorno. Podría escribir mucho de este tema, pero me quiero limitar exclusivamente a decir algo respecto al viaducto. Después de pagar muchos millones de pesetas para hacer el túnel de la calle de Bailén, con su aparcamiento para autobuses de turismo que, como es natural, proliferan mucho por la zona. Dichos aparcamientos se encuentran prácticamente vacíos de autobuses. Es natural, es mucho más cómodo dejar el coche aparcado en la calle de Bailén, con el conductor fumándose un cigarrito junto a la puerta. Mientras los turistas, cómodamente, sin necesidad de tener que estar entrando y saliendo de un sótano, dan una vueltecita para ver las maravillas de la recién estrenada plaza de Oriente. El problema para mí, lo siento pero, tal como está la cosa, creo que es exclusivamente para mí, es que ahora mi cuadro, en lugar de ser sobre el tema del Madrid de principio de siglo, se ha convertido en un cuadro posmoderno y no termino de acostumbrarme a él.
Junto a las aceras de la calle de Bailén, justo encima del viaducto, proliferan los autobuses multicolores que confieren al cuadro un aspecto nuevo e inesperado. Menos mal que no hay mal que por bien no venga.
Ahora quizá no tengan necesidad de gastarse más millones de pesetas en poner esos cristales de dos metros de altura, sobre la barandilla del puente, para evitar que alguien, demasiado cuerdo, se tire: los conductores de autobuses, apostados en la zona, seguro que pueden intentar persuadirles.-
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