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El hecho diferencial en la casa común

Francesc Valls

Los castellers, la Sagrada Familia de Gaudí, crestas pirenaicas con nieve catalana, con el recortado macizo de Montserrat al fondo, reciben al visitante durante la semana catalana en el pabellón del Reino de España de la Expo 98 de Lisboa. El presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, lo visitó ayer. Fue recibido con diversidad de opiniones. Mientras un sector de público gritaba "fuera Pujol" y "fuera catalanes", otro vitoreaba al presidente y cantaba Els segadors a voz en grito. Casi todos procedían del santuario mariano de Fátima y llevaban en el pecho la etiqueta común de "peregrino español a Fátima". Pero esa unidad aparente no evitaba un vivaz contraste de pareceres amenizado por un grupo de música tradicional catalana. El hecho diferencial se manifestaba polémico a la entrada de la casa común, tal como había sido definido el pabellón de España por el comisario español en la Expo, Luis Miguel Enciso. Éste, en un encendido discurso de alabanza a Cataluña y al gobierno de Convergència i Unió, dijo: "España vive en la estabilidad; la democracia ha sido un maravilloso milagro que se está afirmando; y CiU y Jordi Pujol son responsables en buena medida de esa deuda histórica que hemos de saldar". Pero sus palabras no acabaron aquí. Tuvo también palabras de alabanza para el consejero de la Presidencia, Xavier Trias, a quien calificó de artífice del encaje catalán en el pabellón español de la Expo. "Negociamos con ese príncipe de la política que se llama Xavier Trias", subrayó Enciso. "El destino, esa casualidad que fabrican los dioses, los dioses literarios -quiso matizar expresamente-, ha querido que Cataluña fuera la primera autonomía del reino de España que estuviera representada". Y despidió su solemne intervención con un "señora presidenta" mientras inclinaba la cabeza respetuosamente en dirección a Marta Ferrusola. Todo eso sucedía en la noche del miércoles, en un restaurante flotante sobre las aguas del mar de la Paja lisboeta. Allí también habló Pujol, quien se refirió al derecho diferencial entre Castilla y Portugal. ¿Cuál es la diferencia entre ambas? Pues que Castilla financió la expedición de Colón sin saber lo que se iba a encontrar; "ustedes, los portugueses, sabían que a Asia no se iba por ese lado; ni Colón sabía que existía América; Américo Vespucci sí que lo supo y sin salir de su despacho le puso su nombre al nuevo continente". El presidente de la Generalitat quiso ayer reiterar su amistad con Portugal, un país en el que todavía levanta ampollas un viejo grabado de Felipe II llegando a la plaza do Comerço lisboeta. Cataluña y Portugal tienen viejas amistades históricas selladas por el común temor al conde duque de Olivares. Mientras en 1640 se sofocaba la rebelión catalana, en el otro extremo de la Península, Portugal se abría el camino hacia la independencia. La casa común siempre tuvo sus inconvenientes y virtudes. Sólo así puede explicarse que las montañas de Montserrat compartan pabellón con el duro retrato de Felipe IV obra de Velázquez. "Cataluña podría tener más, pero no vamos a modificar". Se refería el presidente de la Generalitat al espacio de esta comunidad dentro del centro de exposiciones del Reino de España en la Expo de Lisboa. Cada comunidad autónoma tendrá su semana y expondrá sus peculiaridades en el mismo espacio en que lo ha hecho Cataluña. Ayer era el día de Cataluña y el de Armenia, aunque en las previsiones de la Expo aparecían el nombre y la bandera de Armenia y no los de Cataluña. "Uno no le da importancia al respirar hasta que debe hacerlo con poco oxígeno; eso les sucede a ustedes con la lengua", dijo Pujol dirigiéndose a los periodistas portugueses. "¿Se imaginan un Portugal sin Camoens, Eça de Queiroz o Pessoa? ¿O que ellos fueran tenidos por autores menores?", subrayó Jordi Pujol. La conferencia de prensa fue breve pero intensa, nadie preguntó cuánto costaba la contribución del Gobierno de la Generalitat a la Expo. No llega a 30 millones de pesetas: son 27 millones por un puesto en la casa común.

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