Brisa y zozobra
PACO MARISCAL Con militantes silenciados y censo de militantes laberíntico o falseado, con votantes aletargados o hastiados, las elecciones primarias, que ganó Borrell, fueron en el PSOE como brisa refrescante que se coló por el balcón abierto que dejó Almunia. El funcionamiento interno de los partidos, también el PSOE, dejaba / deja bastante que desear. Esa especie de plutocracias internas, de hacedores y deshacedores de listas electorales, importunaban, cohechaban, solicitaban y levantaban, amenazador, el dedo índice indicando que se votaba de tal forma en la asamblea o el congreso, o se despedía el nombre del militante de la candidatura para concejal de su pueblo. Las primarias anunciaban el despido del quebranto, las voces roncas y los militantes menospreciados. Las primarias anunciaban trasparencia y democracia interna; anunciaban ilusión, y las primarias no sólo ilusionaron a los militantes, sino también a muchos paisanos y paisanas de izquierda que vieron como posible su afiliación, si su opinión y parecer se iba a traducir en un voto en el partido. Porque el partido o bastantes agrupaciones del partido mayoritario de la izquierda no era / es otra cosa que una jaula de grillos. Digamos que hablamos de la Agrupación del PSPV-PSOE de la Capital de La Plana. La jaula de grillos influyó en la voluntad de los electores: los plutócratas del PSPV-PSOE de Castellón sembraron de pétalos el triunfo electoral de la derecha. La distancia en votos entre la derecha y la izquierda es grande. Las primarias eran la brisa fresca y esperanzadora para militantes, simpatizantes y votantes aletargados de la socialdemocracia, también en Castellón. Pero en Castellón, como en Valencia, la brisa fresca puede transformarse en poniente desangelado e indolente. En primer lugar porque una inflación de candidatos lleva a la nada o el desinterés. Antoni Asunción, Martín Sevilla, Joan Romero, Ernesto Fenollosa, demasiados nombres para legitimar a un candidato que, por lo menos, ha de conseguir la mitad más uno de los votos para ser representativo. Otra cosa sería la opción Romero o Ciscar, Lerma o Asunción. Y afírmese otro tanto si se trata de los cuatro candidatos que se presentan a las primarias con la vista puesta en la alcaldía de Valencia. Aunque el segundo motivo que puede dar al traste con las primarias es más penoso y despunta ya, como de costumbre, por Castellón: la marrullería en la presentación de las candidaturas, las irregularidades en la recogida de firmas, el enredo como política para conservar el sillón caliente, que llevan a cabo algunos candidatos que son exponentes máximos de la plutocracia que se intentaba barrer en las primarias. Los nombres de Clemente Agost o Ernesto Fenollosa, por donde el norte, por donde Castellón, nos recuerdan las palabras de Sancho Panza, el burlesco gobernador de irrisorias ínsulas: "...bueno es mandar, aunque sea un hato de ganado". Si el proceso de las primarias reproduce los viejos esquemas de la plutocracia partidista sin otra alternativa, no cabe duda que darán al traste con la ilusión social que las primarias despertaron. Ellos, los plutócratas, tendrán el sillón o el carguillo asegurado, pero será la derecha sin esfuerzo quien seguirá pisando las alfombras del poder y la decisión política. El duque de la ínsula, aristócrata de derechas, decía al cabo que mandar era cosa dulcísima.
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