Teoría de la evolución

El Niño Gusano y Ciudadano López Roxy Club. Valencia, 22 de mayo de 1998.Hay quien -como el propio grupo, sin ir más lejos- ha querido ver en El escarabajo más grande de Europa un paso hacia la madurez. Otros, sin embargo, prefieren interpretar los puntillosos arreglos del productor Joaquín Torres -quien, hace tres décadas, lideró a Los Pasos- como una inexcusable cesión comercial ante su nueva compañía discográfica, la multinacional RCA. En cualquier caso, el tercer álbum de los zaragozanos no es, precisamente, un trabajo de digestión fácil y pegada instantánea. El grupo ha intentado renovar la envoltura (sólo eso, en realidad) de sus peculiares canciones mediante largos, embrollados y, en algunos casos, gratuitos desarrollos instrumentales que parecen proponer una ruptura con el muy reconocible sonido habitual de la formación (o, al menos, el de sus piezas más populares) y, al mismo tiempo, una búsqueda consciente de nuevos horizontes compositivos. Pérdida de fuelle Una metamorfosis lógica y, de algún modo, necesaria que no admitiría réplicas de no ser porque El Niño Gusano parece haber errado el tiro -al menos en algunos tramos- al intentar llevar a la práctica su propia teoría de la evolución. De ahí que excelentes temas como El jefe de las tortugas o Papel de regalo vayan perdiendo fuelle a medida que avanzan a causa de un inoportuno exceso de minutaje. Por eso, el ánimo y la actitud del público que el pasado viernes acudió a presenciar la actuación sufrió considerables altibajos durante todo el concierto, desde la tibieza (algo inimaginable, hasta ahora, en un espectáculo de la banda) a la euforia (cuando repescaron temas como Mr. Camping y Pon tu mente al sol o en aquellos pasajes de su último disco, La clínica de la radio y la televisión o Casanova, que mejor enlazan con su propio pasado). La originalidad, eso sí, todavía no muestra síntomas de agotamiento.