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Juventus, la hidra del fútbol europeo

El club italiano, finalista en las tres últimas Copas de Europa, se regenera cada año

Santiago Segurola

En algunos corrillos de intermediarios se asegura que el Juventus ha puesto a Zidane en venta. Lo habría hecho de forma discreta, sottovoce, con la intención de explorar el mercado, que naturalmente sufriría una convulsión. Zidane es el objeto de deseo de los mejores equipos del mundo y cuesta creer que la Juve, el club de Agnelli y del corazón de los italianos, vaya a desprenderse de uno de sus astros. Son rumores que circulan por las secretarías técnicas de varios clubes, un poco perplejos por la novedosa política emprendida por el Juventus.Hace 20 años, la Juve tenía la misma vocación hegemónica que ahora, pero su modelo era clásico en el fútbol: una base firme, impermeable al tiempo, capaz de asegurar casi una década de éxitos. Eran los tiempos de Zoff, Gentile, Scirea, Brio, Cabrini, Tardelli...La alineación podía recitarse de memoria. De vez en cuando, el club pescaba en el mercado internacional para contratar a los mejores jugadores del momento. Llegaron Platini y Boniek y permanecieron cinco años en el equipo, intocables en una sociedad apenas cambiante.

Lo sorprendente en el Juventus actual es su constante regeneración, aparentemente impropia de equipos que pretenden perpetuarse en la cima del fútbol europeo. Según las viejas reglas, lo efímero está peleado con la persistencia del éxito. Esa regla se ha roto en un club que sabe de todas las excelencias del fútbol. Durante su siglo de historia, el Juventus ha conquistado 45 títulos nacionales e internacionales, 13 menos que el Real Madrid. 25 han sido de Liga, 9 de Copa, dos de la Supercopa italiana, dos en la Copa de Europa, tres en la Copa de la UEFA, dos en la Supercopa de Europa y dos en la Copa Intercontinental. En pocos lugares se sabe tanto de la receta del éxito. Por eso resulta tan interesante el giro de la Juve en los últimos cuatro años.

Durante este periodo, el equipo italiano ha alcanzado la final de la Copa de la UEFA en 1995 -campeón-, y en tres ocasiones la final de la Liga de Campeones: 1996 (campeón), 1997 y 1998. Nunca ha presentado dos delanteras iguales. Seis jugadores básicos de la Juve -Vieri, Boksic, Jugovic, Lombardo, Padovano y Porrini- fueron traspasados al final de la pasada temporada. Anteriormente lo habían hecho otros jugadores sustanciales: Vialli y Ravanelli. Se hacía difícil pensar en la supremacía del Juventus frente a la furibunda disposición compradora de sus grandes adversarios italianos y europeos. Porque su línea ha sido absolutamente opuesta a la del Milan, Inter, Barca o Real Madrid.

Por supuesto, la Juve ha buscado en el mercado, pero sus objetivos han sido generalmente modestos. Montero llegó del Atalanta, lo mismo que Inzaghi -máximo goleador el pasado año después de ser despreciado por el Parma-, Deschamps tenía más prestigio entre los profesionales que en la prensa y Zidane era una incógnita: un jugador procedente de un club menor -el Girondins-, con unas características poco adecuadas en principio para el fútbol italiano. Grandón, con una sola velocidad, relajado -demasiado relajado- poco preparado para la tempestuosa naturaleza del calcio. Prejuicios que naturalmente Zidane se ha encargado de desactivar, pero había que apostar hace tres años: el Milan lo hizo por Dugarry y la Juve por Zidane. Cosas como ésta cambian la historia de una década.

El Juventus no está dispuesto a permitir que el éxito encarezca el valor de sus jugadores en el club. Fuera de Del Piero, que tiene un carácter patrimonial, ningún futbolista está a salvo de ser traspasado. Generalmente la operación se efectúa en la cima del rendimiento del jugador, como ocurrió con Vieri, Boksic o Jugovic, ninguno de los cuales ha perdido prestigio esta temporado. Eso no importa en la Juve, que ha amortizado las bajas con unos ingresos económicos espectaculares, con una política muy precisa de fichajes -el aprovechamiento del descarte de Davids por el Milan es un ejemplo- y con la instauración de un modelo futbolístico extremadamente profesional, casi espartano, donde todo el mundo, excepto Del Piero y Zidane, es prescindible.La realidad nos dice que el Juventus vende mucho y compra lo preciso, que actúa con la rapidez de un broker y que sólo espera dividendos. Pero el plan funciona: la Juve es la hidra del fútbol europeo. Siempre ganando; siempre regenerándose.

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